El amor es el único sentimiento capaz de traspasar cualquier barrera o prejuicio impuesto por la sociedad, ya sea por diferencia de edad, religión, estatus o clase social, aunque a decir verdad muy pocos son los valientes que deciden dar ese paso de fe y confesarse ante esa persona que considera un imposible.
En esta historia el protagonista descubrirá que su amor no es tan inalcanzable como creía, ya que Lucia lo admira en secreto, porque sabe que a pesar de que Danilo es un soltero empedernido, un conquistador nato que le rehúsa al compromiso con ella es diferente.
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Capítulo N°22
Lucia dormía profundamente, su piel estaba pálida y el sonido de las máquinas conectadas a su cuerpo opacaba cualquier ruido que emitiera su cuerpo. Su respiración con cada minuto que pasaba se volvía más pausada y silenciosa, era como si de a poco su alma se fuera separando de su ser. La piel que rodeaba la venda de la herida en su pierna estaba cada vez más oscura y con cada inyección que que colocaban solo empeoraba la situación.
Danilo permanecía sentado a su lado, con la cabeza apoyada sobre la cama y sosteniendo la mano de su pequeña que inerte yacía sobre la cama en el más profundo de los sueños. Habían transcurrido tres largos días desde que la joven cerró sus ojos por última vez, cayendo en los brazos de Morfeo para no volver a despertar. El silencio en la habitación era tal, que Danilo se comenzaba a desesperar deseaba volver escuchar la dulce voz de su pequeña, su risa y hasta prefería que ese letargo sea interrumpido por dolorosas pesadillas que la hacían delirar, así él al menos pudiera consolarla y traerla de regreso a su lado.
En el rostro de Danilo comenzaban aparecer una escasa barba oscura por falta de higiene; bajo sus ojos se notaban unas ojeras y grandes surcos; y las líneas de expresión se acentuaban con más profundidad alrededor de su boca. El cansancio era evidente, la falta de sueño y su mal humor estaba presente en cada respuesta que daba al personal del hospital y a sus amigos. Sin embargo no se apartaría de esa cama, nadie lo sacaría de ese cuarto y no soltaría la mano de su pequeña hasta que volviera abrir esos inmensos ojos que tanto amaba y lo miraban con curiosidad y un brillo especial.
Dimitrio ingresó al cuarto en completo silencio, con pasos firmes y seguros se acercó hasta la silla donde se encontraba Danilo velando el sueño de su cuñada, entonces apoyó una mano sobre el hombro de su mejor amigo y murmuró
—Encontramos a Carlos, ya no debes preocuparte por él.
—Esa es una buena noticia, escuchaste amor, Carlitos está bien, ahora solo falta que tú te recuperes y todos volveremos a casa —dijo desanimado besando la mano de Lucia, entonces sin dejar de mirar a su princesa interrogó —¿Dónde estaba?
Dimitrio se sentó en el borde de la cama y respondió mientras observaba la escena con pesar, odiaba ver a su amigo tan abatido.
—El chofer se encargó de cuidarlo, luego que Roberto lo dejara abandonado a su suerte. El pobre animal tiene una pata quebrada, pero ya recibió las atenciones necesarias aunque al igual que tú no ha probado ni un solo bocado desde que Lucia está internada.
—Estoy bien, tengo el estómago cerrado y no quiero apartarme de su lado, quiero que sea a la primera persona que vea al abrir sus ojos —comentó con tristeza mientras se incorporaba en la silla solo para acomodar un rizo que caía sobre la frente de Lucia—. Está muy fría, es como si lentamente me estuviera dejando.
—No pienses eso, ella se va a recuperar, los doctores están haciendo todo lo humanamente posible para salvarla —lo animó Dimitrio aunque sabía que eso era casi imposible, nada funcionaba, el cuerpo de su cuñada rechazaba todo tratamiento.
—Dimitrio, necesito decirte algo y quiero que no me juzgues.
—¿Qué?—preguntó levantando una ceja y mirando a su amigo con desconfianza, por su tono de voz era evidente que se trataba de algo importante.
—Quiero que sepas que sí ella no se recupera, mi vida ya no tendrá sentido, no tendré nada porque seguir y quiero que estés preparado para cuando llegue ese momento y decida seguir partir a su lado, lo he pensado bien y solo Lu me daba motivos suficientes para vivir—murmuró.
—Deja de decir idioteces, ninguno de los dos va a morir y si Lucia no resiste no dejaré que ni siquiera lo intentes porque a ella no le gustaría que acabaras con tu vida y lo sabes—gritó Dimitrio alejándose de la cama.
—Tú no entiendes, por cobarde perdí dos años de mi vida sin estar a su lado, si tan solo hubiera hablado a tiempo, nada de esto hubiera sucedido. Ella no hubiera llegado a Brasil buscando alejarse de mí, Roberto no se hubiera obsesionado con ella y no la hubiera mordido una serpiente en ese estúpido laboratorio.
—Hay muchos “hubieras” en tus pensamientos y eso no te hace bien.
— Tú no lo entiendes.
—Claro que entiendo, casi pierdo a Loreta en manos de Luca, a mi hijo en su nacimiento sin embargo jamás pensé en algo tan cobarde como el suicidio y espero que tu recapacites o te juró que yo mismo acabare con tu miserable vida—respondió visiblemente molesto e irritado por la situación—. Ahora deja de pensar en lo que hubiera sido y concentrarte en el presente, tengo a Roberto en un depósito y ni siquiera lo has visto, ese maldito es un dolor de cabeza constante y ya no lo soporto.
—Tienes razón, me voy a encargar de ese bastardo.
— Así se habla. Debes salir de esta habitación, tomar aire y re acomodar tus pensamientos. Esto es solo una prueba más del destino, deja de lamentarte. Lucia va a resistir.
Dimitrio estaba preocupado por su amigo, llevaba tres días sin ver la luz del sol, sin descansar, sin tomar un buen baño ni comer algún alimento nutritivo, su dieta era a base de café solamente para mantenerse despierto.
—Deja que Loreta se quede unas horas con Lucia, mientras vamos al hotel, te das un buen baño, comes algo e intentas descansar—sugirió mirando como la acariciaba.
—De acuerdo— Danilo se puso de pie, su cuerpo estaba débil y acercándose al oído de Lu murmuró—. Pequeña, solo me iré por una hora y te traeré a Carlitos cuando regrese, así que resiste. Te amo —dijo antes de besar sus labios y apartarse de su lado.
Mientras Danilo se encontraba en el baño Dimitrio ordenó un almuerzo, y aunque odiaba tener que recurrir a métodos inescrupulosos tomó un somnífero y lo vertió en un vaso de licor.
Danilo apareció en la sala vistiendo un jean y una remera casual, estaba descalzo y perfectamente afeitado, realmente lucía mucho mejor aunque su mirada seguía estando triste y sin ese brillo tan especial que tanto lo caracteriza.
—Te preparé un trago y ordené tu comida preferida—comentó Dimitrio y le entregó el vaso.
—Gracias—el joven se bebió el contenido de un solo sorbo, necesitaba relajarse y por un momento olvidarse de Lucia para concentrarse en cobrar su venganza contra Roberto, entonces se sentó a la mesa pero solo jugó con el tenedor sin probar bocado.
—Danilo, debes comer aunque sea un poco—le ordenó Dimitrio frunciendo el ceño.
—Es que no entiendo, algo no está bien. No dejo de pensar que algo se nos está escapando de las manos, Lucia debería responder al antídoto y al tratamiento, sin embargo mientras más la inyecta peor es. Parece que fuera un somnífero que solo la mantiene dormida y al borde de la muerte—dijo llevando un bocado de filete a su boca solo para complacer a Dimitrio que lo observaba con intensidad sin embargo le sabía amargo y para nada apetitoso.
—Los doctores están haciendo todo lo posible para contrarrestar el veneno de la serpiente Yarará, no debes preocuparte por ella, pronto se va a recuperar.
Danilo abrió grandes sus ojos, dejó el tenedor sobre la mesa con desesperación y miró al líder de la mafia con asombro.
—¡¿Qué acabas de decir?! —preguntó sin poder contener un bostezo—. Ese es el cabo suelto, a Lucia no la mordió una serpiente Yarará, ese no es el antídoto que deben usar—comentó casi desvaneciéndose en la mesa y arrastrando las palabras—. ¡¿Qué carajo me hiciste?!—preguntó intentando ponerse de pie sin embargo apenas si podía mantenerse parado toda la habitación giraba a su alrededor—. Antídoto para jararacá—murmuró antes de caer al suelo inconsciente
—Lo siento amigo pero debes descansar y quitar esas absurdas ideas de tu mente—comentó Dimitrio mientras llamaba a dos de sus hombres y lo recostaron en la cama.