¿Qué tiene de malo celebrar la despedida de soltera de su mejor amiga en Las Vegas? Total, lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas, o al menos eso pensó Emile. Sin embargo, ahora se enfrenta a un matrimonio repentino seguido por una jueza enloquecida, una orden de restricción y la obligación de convivir durante tres meses con su supuesto esposo. De lo contrario, tendría que enfrentar una multa de más de mil millones de pesos. ¿Será que lo que comienza mal terminará mal, o habrá una oportunidad para que Emile y Felipe olviden su pasado y encuentren la felicidad en esta inesperada unión?
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capítulo 22
En el transcurso del viaje, se instaló entre ellos un silencio, pero más que ser incómodo o denso, se sentía una tranquilidad y armonía entre ellos. Felipe, cada cierto minuto, miraba las piernas de Emile, y ella tenía la mirada puesta en el paisaje que se mostraba a través de la ventana-Si me vuelves a mirar las piernas, te daré una patada-dijo Emile al volver su rostro y ver la mirada de Felipe fija en sus piernas.
Felipe sonrió y se encogió de hombros. -Preferiría que me ahorcara con ellas o un apretón de cintura
-Ya quisiera- dijo Emile para volver a mirar por la ventana, pero apretó un poco los labios debido a que aquel comentario le dio gracia y no quería que él viera aquella sonrisa.
Emile vio cómo el auto reducía la velocidad al llegar a una gasolinera. -¿Nos bajaremos aquí?-preguntó Emile al mirarlo.
'-Sí, tengo que llenar el tanque. Además, aquí se pueden hacer algunas compras- dijo Felipe al estacionar el auto y apagarlo. –Vamos- comentó cuando se levantó, haciendo que Emile soltara un suspiro y bajara del auto.
Una vez que entraron en la pequeña tienda que estaba en la gasolinera, Emile tomó una canasta para tomar lo que necesitaban. Felipe sonrió al ver cómo Emile se agachaba para tomar las cosas. Realmente no pensó que sacaría provecho de aquella salida, lo que le hizo recordar cómo no podía recordar la vez que estuvo con ella, solo por eso no tomarías jamás en su vida.
Algo hizo que mirara hacia un lado y vio que no era el único que miraba a Emile, ya que un hombre de unos cuarenta años tenía puesta la mirada en ella, cosa que lo molestó, haciendo que se colocara en la visión del hombre para taparle la vista y así él mirarlo y levantar su barbilla en modo de advertencia, lo que hizo que el hombre se incomodara y volteara hacia otro lado.
-¿Te gusta la salchicha?- Emile preguntó, pero vio que Felipe le dio la espalda y tenía la mirada puesta en otra dirección, lo que la confundió-No me digas que ahora ves fantasmas- comentó al ver que no había nadie donde Felipe miraba.
Felipe espabiló ante la pregunta de Emile. -Claro que no, y ese short no es adecuado para ti- dijo con rabia, ya que aquel hombre borró su buen humor.
A Emile le sorprendía el cambio de actitud constante de Felipe. Hace un momento, lo molestaba la ropa que anteriormente tenía como inadecuada y ahora le sale que esta también. Donde antes no dejaba de mirarla. -Dime, ¿estás en tus días o qué? Tú fuiste el que sugirió cambiar de ropa, así que te aguantas. Además, si yo quiero, puedo salir en hilo y tú te aguantas- dijo Emile de mal humor, ya que no lograba entenderlo.
Felipe le quitó la canasta de la mano a Emile y la empujó un poco para que siguiera caminando, puesto que no quería discutir con ella ahora. Además, sentía mucha ira en su cuerpo y no era porque sintiera celos, simplemente era el hecho de cómo otros hombres se quedaban embobados mirando a una mujer cuando esta estaba con su pareja. Pensó Felipe mientras resoplaba. -Ey, no empujes- dijo Emile, pero vio que la mirada de Felipe estaba fija y se mostraba algo seria, ¿qué pasó?, se preguntó, y miró a su alrededor, pero no vio nada.
El mal genio de Felipe se terminó cuando vio cómo Emile saltaba para alcanzar una lata de algo que no identificaba, pero le gustaba la vista. -Salta con más empeño- dijo, a lo que Emile se volteó y lo miró con rabia al darse cuenta de que él solo la observaba. - ¿Qué te pasa, pervertido? -Se supone que tú, como hombre, debes ayudarme a alcanzar las cosas que no puedo, ¿o es que nunca viste películas? - dijo Emile, dándole un golpe en el pecho.
-Pero tú no eres una mujer independiente que no utiliza a ningún hombre para su ayuda o algo así- dijo Felipe encogiéndose de hombros.
La caballería no tiene nada que ver con ser independiente. - ¿Acaso por serlo debo ser descortés o grosera? - dijo Emile con desesperación. -No, ¿verdad? Entonces sé caballeroso
Felipe se acercó a Emile. -Sí, vamos en la misma línea. Yo puedo ver lo que se me antoje de ti, ya que eres mi esposa por tres meses, ¿o no? - Emile abrió la boca al escuchar esas palabras de Felipe.
Felipe negó con la cabeza, haciendo un ruido de negación con la boca. -Yo he cumplido con tus necesidades. En tu primer día te proveí de comida y agua como un esposo ejemplar, pero ¿qué recibí de ti? Insultos y golpes- dijo Felipe en un tono ronco. -Ahora es mi turno de exigirte como esposa
-Ja, si así le llamas cubrir las necesidades. Me diste un baño de agua fría del pantano teniendo una bomba de agua, y con respecto a la comida, me diste un simple sándwich- dijo Emile para evitar que las palabras de Felipe la pusieran nerviosa, más aún por su cercanía
Felipe sonrió y tomó una respiración profunda para impregnarse del aroma tan exquisito que despedía Emile de su ser. -Con esa actitud de niña malcriada solo estás haciendo que me tiente a tenerte a mi lado, Emile, y créeme que yo no pierdo
Emile tragó fuerte al escuchar la declaración de Felipe, así que cuando estaba a punto de insultarlo o decirle algo para romper el ambiente, sintió un fuerte apretón en su cuello. -¡Felipe! dijo cuándo encogió su cabeza por la mordedura que él le hizo.
Felipe sonrió cuando se alejó de Emile y vio cómo ella lo miraba con una mirada de enojo por la acción que hizo. Él no supo qué lo impulsó a morderla, pero estar cerca de su cuello sintió una fuerza que lo impulsó a hacerlo. - ¿Por qué hiciste eso? - escuchó la exclamación de Emile, a lo que él solo se encogió de hombros. -Me provoco.
-¿Te provoco?- dijo Emile con desesperación. -Lo dices así, ¿no más? - Pero calló cuando vio cómo él le entregaba una tarjeta.
-Llenaré el tanque del auto, en esta tarjeta no hay tope. Compra lo que quieras o necesites, además, algunos animales marcan a su compañera mordiéndola-dijo Felipe entregándole la tarjeta a Emile.
Emile abrió la boca cuando vio cómo Felipe dijo aquel comentario y dio la espalda para irse. -Me dijo que soy un animal- pensó, tocando su cuello, el cual aún podía sentir la mordida. –Patán- gritó, y miró a su lado derecho, donde vio un paquete de papitas.
-Gracias, y no se te olvide pagarlo- dijo Felipe al atrapar el paquete de frituras que le lanzó Emile.
Emile vio cómo Felipe se iba como si nada, mientras ella seguía con los nervios a mil. -Y tú cálmate- se dijo señalando su parte íntima, ya que aquella mordida no sintió tan desagradable como las demás.
-Concentra tu mente en otra cosa-pensó mientras caminaba para hacer la compra, y luego de unos minutos miró hacia donde estaba Felipe. Debido a que la tienda tenía vidrios al frente, vio cómo llegaba un auto y de él se bajaban una mujer con dos hombres, notando cómo ella le lanzaba una mirada a Felipe.
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