Que pasa cuando la rivalidad y los problemas empieza por una herencia? Fabián pensaba casarse con Tania pero está huye un día antes de la boda no quedandole otra alternativa que tomar a la hermana de Tiana. Diana una chiquilla que tenía muchos planes pero en ningúna de ellas estaba casarse con un CEO cruel y calculador, poco a poco se va dando cuenta que su hermana no era lo que ella creía, hay solución? claro que sí, un hijo esa en la condición para que ella pueda ser libre antes del año, pero todo toma un giro inesperado.Esta novela no es para todo público, sobre todo leerla como lo que es UNA NOVELA.
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Dos hermanas.
-NARRADO POR FABIÁN
Lucas sale con su padre, y el mío solo me observa sin decir nada.
—Esperemos que todo salga bien —dice, saliendo.
La sala queda vacía. Me siento frente al enorme ventanal; desde aquí puedo ver el centro. Me quedo en la misma posición, no sé por cuánto tiempo, pero agradezco que nadie me interrumpa. Me llegan imágenes de Tania, cierro los ojos, pero rápido son reemplazadas por las de Diana. Ocupo mi mente en los documentos pendientes que tengo.
Ya tarde, salgo de la empresa, y mi secretaria, Susana, me está esperando en el estacionamiento.
—¿Necesitas que vaya? —me pregunta, jugando con mi corbata.
Ella sabe que en la empresa debe portarse como una profesional. Afuera es otra cosa, como ahora, que me coquetea.
—¿Por qué crees que deberías ir? El día que firmé los papeles de matrimonio tenías que estar ahí, porque fuiste mi secretaria —le digo.
Asiente; ya sabe que no puede contradecirme.
Subo a mi carro, dejándola ahí parada.
Llego a casa de mis padres. Cuando mi madre me ve llegar, corre hacia mí. Ya está arreglada.
—Te he estado llamando —me dice.
Saco mi celular, y sí, tengo varias llamadas perdidas.
—Diana aún no llega —me dice, preocupada.
Salgo, tomando del cuello al chófer.
—Señor, yo le avisé a usted. Dejé a la señorita en su trabajo, nunca salió de ahí —me dice.
Subo a mi auto y conduzco hasta el trabajo. Llego y entro sin que nadie me detenga. El encargado se me atraviesa.
—Señor, buenas noches. ¿Hay un problema? —me dice sin verme a la cara.
—Diana —le digo.
—Sí, señor. Ya se está cambiando —me responde, señalando hacia donde está.
Entro azotando la puerta. Ahí está ella, cambiándose de ropa. Cuando me ve, salta asustada. Se termina de subir el pantalón.
—Ya iba —me dice.
—Te dije que no me atrasaras con este tipo de estupideces, ¡y mírate aquí todavía! Solo a una tonta como tú se le ocurre quedarse tarde a trabajar hoy. Solo me das motivos para no dejarte regresar —le digo.
—No puedes hacer eso —me dice, molesta.
—¿No te bastan las tarjetas que te doy? ¿Qué quieres? ¿Qué buscas aquí? —le grito.
Ella solo niega, toma sus cosas, pasa a mi lado y sale. Camina más deprisa al ver a sus compañeros, que escucharon todo. Ella misma se lo ganó.
—Si vuelve a permitir que se quede tan tarde, su cabeza será la primera que rodará aquí. Y no hablo figurativamente —le digo al encargado.
Todos me ven asustados. Al salir, Diana está esperándome, recargada en el carro. Se hace a un lado cuando me acerco.
Saco mis llaves, abro la puerta para que suba. Cierro y me subo de mi lado. Enciendo el carro y vamos a casa de mis padres. Cuando llegamos, ella baja y mi madre la lleva arriba para que se arregle. Yo me voy a un cuarto de invitados, donde ya tienen mi ropa lista. Me baño y me arreglo. Cuando salgo, ya me están esperando abajo.
Diana lleva un vestido del mismo color que mi camisa, con piedritas. El vestido no tiene mangas, le queda perfecto. Se le pega a la silueta. Su cabello está recogido en una cola alta.
Abordamos un carro los cinco.
Cuando llegamos, nos reciben y nos llevan adentro. Mi abuelo está rodeado de mucha gente. Mis papás y mi hermano se alejan, dejándome solo con Diana.
—¡Mi Fabiancito! —llega mi abuela, abrazándome y dándome besos—. Quise ir a verte, pero tu abuelo me dijo que vendrían. ¿Y dónde está tu esposa? Lucas ya nos presentó a la suya —dice.
Mira a Diana, y volteo a ver a mi abuelo, que se acerca a donde estamos. Él tampoco deja de ver a Diana.
—Tienes mucho parecido con la esposa de Lucas —le dice a Diana.
—Buenas noches —saluda Diana—. Disculpe, ¿quién es la esposa?
—Ahí viene —dice mi abuelo.
Volteo a ver a Lucas, que viene ni más ni menos que con Tiana.
—Es mi hermana, señor —dice Diana.
—Media hermana —corrige Tania—. Su padre no es el mío.
—Quizás de sangre no lo sea, pero él te crió —le dice Diana.
—Si por "criar" te refieres a restregarme en la cara que tú eres mejor que yo y hacerme menos... pues sí —responde Tania, sarcástica.
Mi abuelo observa a las dos, y Tania me mira de vez en cuando.
—Mis nietos no pudieron elegir mejor: dos hermanas.
—¿Me disculpan? —dice Diana, alejándose.
—Siempre hace eso —comenta Tania.
—¿Primo, podemos hablar? —me dice Lucas.
—Quizás en otro momento —le respondo, alejándome.
Camino por los jardines buscando a Diana, cuando siento cómo alguien me jala del brazo y me besa.