Después de recibir la mejor y la peor noticia el día de su boda.
Mía muere trágicamente en un accidente donde ella iba manejando. En sus últimos momentos solo pide una segunda oportunidad para ser feliz con el amor de su vida.
ACTUALIZACIONES TODOS LOS DÍAS UN CAPITULO.
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capitulo 21_
Mía, luego de despedirse de Donato, subió las escaleras y se dirigió al cuarto de Max. Lo encontró recostado en su cama, leyendo un libro. Se acercó a él dispuesta a contarle todo lo que había sucedido desde que salió del hospital.
Max la escuchó con atención, sin interrumpirla, esperando a que terminara para poder darle su opinión.
—Y eso fue todo lo que pasó... ¿Tú qué opinas?
—Wow, fue mucho para solo un día. Pero... a mí también me da lástima Sofía. A pesar de que hizo mal, ninguna mujer merece que la abandonen estando embarazada. Igual, no creo que ese bastardo cambie. ¿Qué planeas hacer? ¿Vas a ir a buscarla?
—Quiero asegurarme de que esté bien. A pesar de todo es mi hermana y no me gustaría verla mal. Creo que con lo que hizo me ayudó... por fin terminé de abrir los ojos.
—Ahora cuéntame sobre Donato. ¿Cómo es eso de que te besó?
—Sí, ¿puedes creerlo? Me tomó por sorpresa.
—¿Y no le dijiste nada? Digo, tú nunca fuiste muy rápida para esas cosas. Me acuerdo que al idiota de Alexis lo hiciste esperar seis meses por un beso. Y ahora llega Donato, te besa y tú reaccionas normal, como si nada.
—No es que reaccioné como si nada, es que ni me dio tiempo de reaccionar. Además, me estaba haciendo un favor. Le hicimos creer a Alexis que Donato es mi nuevo novio. Hasta le dijo que planea casarse conmigo.
—¿En serio le dijo eso? Me imagino la cara de Alexis... debió ser todo un poema. Pero hay algo que me intriga. ¿Qué sentiste? Digo, que semejante hombre te bese de pronto no es algo que pase todos los días.
—¿Sabes que todavía no me he dado el tiempo de pensar en eso? Tendría que besarlo unas cuantas veces más para poder contarte qué se siente. Jajaja, es broma, solo quería ver tu cara.
—¿Pero por qué no lo intentas? Total, no pierdes nada. Es guapo, joven, rico... ¿qué más quieres, Mía?
—Por eso mismo. Es guapo, joven, rico... puede conseguir a cualquier mujer que desee. Yo, por otro lado, estoy embarazada, Max.
—¿Y ese sería un inconveniente? Mía, por lo que pude ver, él está interesado en ti.
—Creo que estás viendo cosas donde no las hay. A él solo le intereso como amiga.
—Está bien, ya te darás cuenta sola. Pero eso sí te digo, date la oportunidad de conocerlo. No te cierres al amor por culpa de un bastardo que no te supo valorar. Hay muchos hombres buenos, Mía.
—Sí, sí, mejor cambiemos de tema. Cuéntame, ¿cómo vas con David?
—Le pedí que nos conociéramos. O sea, yo lo conozco solo en el aspecto laboral. Así que, bueno, después de todo lo que pasó, quiero ver si las cosas pueden llegar a funcionar.
—Ay, sí. Estoy feliz por ti. David me parece un gran chico. Creo que ustedes dos se van a llevar bien.
Así pasaron la noche conversando y riendo.
Al día siguiente, Mía se levantó temprano como de costumbre. Se alistó y fue a buscar a su amigo a su habitación. Max ya estaba terminando de prepararse cuando ella abrió la puerta.
—Mmm... ¿por qué tan guapo? Será que queremos impresionar a cierto morocho...
—No sé de qué hablas. Yo siempre me visto formal y elegante.
—Sí, pero hoy estás particularmente más formal y más elegante que otros días. Aparte... ¿te bañaste en perfume?
—Ya, Mía, déjame en paz. Espérame abajo.
—Ok, está bien, no te molesto más.
Mía salió riendo de la habitación de su amigo. Le causaba mucha gracia su actitud.
Poco después, Max bajó. Subieron al auto y se dirigieron a la empresa. Una vez allí, Mía se sintió un poco avergonzada por lo sucedido el día anterior. Max, al notar su incomodidad, tomó una de sus manos y le dio un leve apretón.
—No te preocupes por lo que pueda decir la gente.
—Sí, lo sé. Es solo que aún siento un poco de vergüenza. Alexis sí que tiene un don para armar escándalos.
—Ni que lo digas. Pero ya deja de pensar en eso. Vamos, que David nos espera con el desayuno.
—Ay, por Dios. Ese chico es un ángel. Será mejor que lo cuides... o yo podría intentar seducirlo.
—Ay, querida, lamento decirte que no tienes lo que le gusta.
—¡Max, eres un atrevido! Le diré a David lo que andas diciendo de él.
—¿Pero qué he dicho? No he dicho nada. Tú tienes una mente muy pervertida.
—Sí, sí, claro. Mejor subamos, tengo mucha hambre.
Subieron hasta el piso donde Max tenía su oficina. Al entrar, Mía sintió todas las miradas puestas en ella. Se sintió algo cohibida, y Max, al notarlo, lanzó una mirada seria a sus empleados. Estos, al ver el ceño fruncido de su jefe, volvieron de inmediato a su trabajo.
Llegaron a la oficina de Max, donde David ya los esperaba. Se levantó al verlos.
—¿Cómo te sientes, Mía?
—Bien, gracias, David. Ven, pasa a la oficina.
David asintió y esperó a que ella entrara. Luego entró él, seguido de Max.
—Quería pedirte un favor. Voy a estar de viaje unos días y quería pedirte que cuides muy bien de Max.
—¿Pero qué cosas le pides, Mía? No soy un niño chiquito.
—Shhh, te callas... ¿podrías, David?
David sonrió. Sabía perfectamente que Mía estaba planeando acercarlos un poco más con esa petición.
—Está bien, Mía. Yo lo cuidaré, no te preocupes.
Después de eso, los tres compartieron el desayuno. El día prometía ser intenso: había mucho trabajo por hacer y Mía debía dejar todo listo antes de su partida.