Aisha tiene un problema de escritura: su villano es un mago oscuro invencible y su protagonista es un inútil "príncipe azul".
Frustrada, intenta eliminar la novela, pero el destino tiene otros planes.
Es violentamente succionada dentro de su propio ordenador.
Ahora, Aisha está atrapada en el mundo de fantasía que creó. ¿Será que logrará derrotar al villano? Te invito a descubrirlo.
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Capitulo:20
AISHA:
El viaje en el carruaje comienza con calma y el balanceo es mucho más amable que el trote del enorme caballo de Damián aunque no se compara como ir en un auto.
Por un par de horas me permito observar los paisajes a través de la ventanilla, pensando en la extraña reacción de Damián... Pero qué brusco fue también.
Sin embargo, el cielo comienza a cerrarse con una rapidez antinatural, de un momento a otro las nubes se vuelven de un color gris plomo y de pronto el mundo desaparece bajo una cortina de agua torrencial.
Los relámpagos iluminan el interior del carruaje y los truenos hacen vibrar la madera haciéndome saltar de susto en algunas ocasiones, la pequeña ventana por la cual estaba mirando la cierro y me acurruco en una esquina para sentir un poco de calor.
Al pasar los minutos el carruaje se detiene bruscamente, escucho varias voces dando órdenes afuera, el relincho nervioso de los caballos y el chapoteo del lodo a cada instante, abro un poco la ventanilla y los soldados buscan como refugiarse de la fuerte lluvia en los carruajes de carga.
La puerta se abre de golpe dejando entrar una ráfaga de aire helado y lluvia.
Miro como Damián entra casi de un salto, su capa está empapada, pesada por el agua y su cabello negro gotea sobre su rostro dándole un aspecto salvaje.
Él cierra la puerta tras de sí, sumiéndonos en una penumbra iluminada solo por los destellos de la tormenta exterior.
—La visibilidad es nula.
Dice con la respiración algo agitada, sentándose frente a mí.
—No podemos avanzar por el desfiladero con este clima, los caballos podrían correr peligro.
Se quita la capa mojada y la deja en el suelo del carruaje quedando solo con su túnica de cuero y la pechera.
El espacio que antes me parecía amplio, ahora se siente diminuto con él allí, su presencia llena cada rincón.
—¿Estás bien?
Le pregunto en un susurro rompiendo el silencio que solo interrumpen las gotas golpeando el techo.
—Estoy mojado y de mal humor, pero estoy bien.
Responde pasándose una mano por el rostro para quitarse el agua
—¿Y tú? Aún pareces... decepcionada de haber dejado atrás a tu panadero de miel.
Dice y ruedo los ojos.
—Se llama lord Julián.
Corrijo.
—Y solo fue amable, no entiendo por qué te pusiste así, en mi mundo eso es ser un caballero, no un criminal.
Damián se inclina hacia adelante apoyando los codos en sus rodillas, la luz de un rayo ilumina sus ojos, que brillan con una intensidad peligrosa.
—En este mundo Aisha, la amabilidad suele ser una moneda de cambio, ese chico no te miraba como a una "lady" te miraba como a una presa... Eres demasiado ingenua para ver el peligro, incluso cuando te sonríe a la cara.
—O quizás tú eres demasiado desconfiado para ver la bondad.
Replico cruzando los brazos.
—No todo el mundo tiene un plan oculto, Damián, a veces, un pastel de miel es solo un pastel de miel.
—No conmigo cerca.
Sentencia él, y hay algo en su voz que ya no suena a advertencia militar, sino a algo mucho más posesivo.
El carruaje se sacude un poco por una ráfaga de viento y sin querer, el extraño medallón que guardo en mi bolsillo comienza a emitir un calor intenso.
Siento una pulsación en mi muslo, un ritmo que coincide exactamente con los latidos de mi corazón... Damián también parece sentir su energía y baja su mirada hacia mi bolsillo y luego vuelve a mis ojos.
El aire entre nosotros se vuelve denso, cargado de una electricidad que no tiene nada que ver con la tormenta de afuera.
—Esa cosa... está reaccionando de nuevo.
Murmura él, estrechando la distancia entre nuestros asientos.
—Siento... calor.
Digo, con la voz apenas audible.
Damián extiende su mano, pero esta vez no para darme una orden... Sus dedos rozan mi mejilla, bajando lentamente hasta mi cuello, su piel está fría por la lluvia, pero donde me toca siento que me quemo.
—Aisha.
Su voz es un susurro ronco que me eriza la piel.
—Dijiste que este mundo no se parece a tu historia ¿Qué se supone que hace el villano en este capítulo? ¿Qué escribiste para un momento como este?
Muerdo mi labio inferior sintiendo cómo mi respiración se acelera.
—En la historia original... Tú nunca estabas solo con una mujer en un carruaje, siempre estabas planeando cómo sitiar una ciudad o ejecutar a un traidor.
—Entonces.
Él acorta la distancia final, su rostro a centímetros del mío, puedo sentir su aliento.
—supongo que es hora de que la escritora empiece a improvisar...
Con sus palabras mis latidos resuenan en mis oídos, compitiendo con el estruendo de los truenos.
El espacio entre nosotros ha desaparecido por completo, Damián no se mueve, simplemente me observa con esa intensidad eléctrica como si estuviera esperando que yo pusiera el punto final a esta frase que ninguno de los dos se atrevía a pronunciar.
—La escritora... no tiene palabras para esto.
Susurro incapaz de apartar la vista de sus labios.
Él no espera más y rompe la distancia con una urgencia que me corta la respiración.
Sus labios son fríos por la lluvia, pero su beso es puro fuego, una mezcla de la posesividad del villano que creé y la vulnerabilidad del hombre que estoy descubriendo.
Sus manos aún húmedas se enredan en mi cabello con una delicadeza que me desarma.
El mundo exterior en estos momentos desaparecen y solo existe el calor de su cuerpo contra el mío y el aroma a lluvia y cuero que lo envuelve todo.
El extraño objeto en mi bolsillo vibra con tanta fuerza que llega a quemarme la piel, como si estuviera celebrando o advirtiendo este desvío del guion original.
De pronto, un golpe seco y metálico en la ventanilla nos hace separarnos de golpe.
—¡Señor! ¡Duque Clairmont!
Es la voz de Lucas, suena amortiguada por el aguacero pero cargada de urgencia.
Damián se aparta recuperando su máscara de frialdad en un segundo, aunque sus ojos todavía guardan un rastro del caos de hace un momento abre un poco la pequeña ventana.
—¿Qué ocurre, Lucas?
Su voz es firme, aunque más ronca de lo habitual.
—Luces en el desfiladero señor, antorchas son demasiadas para ser viajeros y se mueven en formación... Alguien nos está esperando bajo la tormenta.
Damián me dedica una última mirada, una que dice claramente que esta conversación no ha terminado y agarra su espada.
—Quédate en el suelo del carruaje y no salgas por nada del mundo ¿De acuerdo?
Me ordena antes de abrir la puerta y desaparecer de nuevo en la oscuridad de la tormenta, yo sin poder decir nada solo asiento mientras me quedo sola, con los labios ardiendo y el corazón en la garganta, solo escucho el sonido del acero siendo desenvainado afuera.
Me tiene bien atrapada esta novela y me encanta pero me da ansiedad esperar capítulos nuevo pero me emocióna cuando veo que actualizaste espero más capítulos
Ahora estaré pensando si esta envenenada o no 🫠😣