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El Libro Maldito

El Libro Maldito

Status: En proceso
Genre:Mitos y leyendas / Romance / Terror
Popularitas:291
Nilai: 5
nombre de autor: Ana María H

_ Llego a mi casa después de un día agotador, solo quiero un baño y dormir por toda una semana. Todo está oscuro, entro sin fuerzas, camino como zombi hasta que ¡bam! caigo en el piso. ¡Mierda! He tropezado con algo. ¡¿Qué es esto?! Enciendo las luces, !!! Mi casa esta toda revuelta, faltan los muebles, no hay nada todo está vacío. Ni los electrodomésticos, ni mesas, ni sillas, no hay nada. ¿A dónde han ido mis pertenencias?, avanzo por la habitación, ¡me han robado!, ¡¿cómo sucedió esto?!

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Engaño

No podía permanecer más ahí y seguir oyendo estupideces, se marchó lleno de impotencia. ¿Cómo habían podido acorralarlo tanto? ¿Cómo supieron que esa mujer era su debilidad? Esa noche por primera vez en su vida el rey lloró, lloró de tristeza, de impotencia. Mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas dio su orden.

Lumiel: a toda criatura viviente cumplan la orden de su rey, encuentren y protejan a su reina.

La naturaleza misma se convertía en espía, desde la brisa que soplaba suavemente en la noche, los animales que los hombres llamaban mascotas, las ratas, hasta las cucarachas se movían tras su orden. Buscaban por todas partes el paradero de la amante del rey, su reina, pero lamentablemente Lumiel iba un paso por detrás.

Freya: lo tenemos, por suerte llevamos preparando ese lugar hace mucho. Ningún ser vivo podrá entrar ahí sin nuestro permiso, pero tenemos que tener cuidado. Él moverá cielo y tierra para encontrarla.

Nezara: lo sé, es el momento de la segunda fase de nuestro plan.

Freya: engañarla no será difícil ahora sabemos exactamente la apariencia de ese hombre.

Con eso en mente fueron con su prisionera. No tomaron carruajes, no usaron caminos, era peligroso. Había muchos ojos pendientes de sus movimientos, así que como seres corrompidos se movieron entre las sombras.

Freya: ¿aburrida?

Lidia: ¿qué es lo que quieren? ¿dónde estoy?

Nezara: en un lugar donde no te encontrarán, esos cuervos no son criaturas ordinarias ocultan tu presencia, pero ya no estarás sola tengo una sorpresa para ti.

De las sombras emergió el cuerpo de un hombre joven, golpeado, inconsciente, y cuando vio su rostro.

Lidia: ¡Lumiel! ¡¿qué le han hecho?! ¡Suéltenlo brujas! ¿Por qué lo han golpeado?

Su amado estaba ahí indefenso, a merced de esas mujeres viles o eso creía.

Freya: que enérgica, así que Lumiel. Bueno aún está con vida, pero que permanezca así depende de ti.

Lidia: ¿qué...quieren?

Nezara: solo dos cosas, Lumiel dejó algo que le pertenece en ti y lo queremos.

Lidia: él no me ha dado nada.

Freya: no es algo material, no puedes dárnoslo aunque quieras. Hay que tomarlo, está en lo profundo de tí, pero solo podemos hacerlo con tu consentimiento

Lidia: ¿qué? ¡no! Si Lumiel lo puso en mí es por algo. ¡Claro que no lo permitiré! *Sé que estás mujeres no son de fiar, en el mercado siempre compraban las hierbas más raras. Esas que solo florecen en los cadáveres o dónde se haya derramado sangre y sé que no era para nada bueno. Rechacé muchos de sus pedidos con la excusa de no encontrarlos.*

Nezara: piénsalo, terminarás accediendo de todas formas. No es mejor hacerlo por las buenas

Lidia: ¿y la segunda?

Nezara: te casarás con el señor Reith

Lidia: ¡¿qué?! ¡¿por qué?! ¡no conozco a ese señor!

Nezara: no tienes que conocerlo, solo ser su esposa.

Lidia: ¡no! ¡no lo haré! ¡no me casaré con un extraño!

Freya: veamos cuánto dura tu determinación, pero recuerda será él quién sufra por cada vez que te niegues.

Sus gritos de dolor le hicieron rápidamente cambiar de parecer, la ceremonia fue algo rara. No parecía para nada una boda, ni siquiera un funeral. Vestía de negro, con los pies descalzos, encadenada. Las cadenas se arrastraban a su alrededor con una triste melodía en vez de una marcha nupcial, ni siquiera un condenado a prisión tendría tantas, ¿y el novio? Un señor mayor que solo la miraba con morbo, ¿los testigos? Aquellas que condenaron su vida al infortunio, su amante maltrecho golpeado y agonizante. Así se convirtió en la señora Reith, entre sollozos veía como sus sueños de vivir en la tranquilidad del bosque junto a quién amaba se hacían añicos. ¿Su noche de bodas? Una cama de piedra digna de un ritual de sacrificio. Las cadenas que la rodeaban, ahora la aprisionaban a la roca impidiéndole moverse.

Lidia: ¿qué ...harán?

Nezara: te dije que sacaremos lo que puso en ti.

Lidia: ya hice lo que pidieron, ya accedí, liberenlo

Freya: como gustes.

Ante sus ojos el hombre fue liberado y su verdadera apariencia revelada, no sabía quién era para este punto ni siquiera importaba, pero algo era seguro él no era Lumiel.

Lidia: ¡me engañaron! ¡ese no es Lumiel! ¿acaso nunca estuvo en su poder?

Freya: exacto, te engañamos, pero eso ya no importa. Tu amado vendrá por ti o lo que quede de ti.

Que había hecho, había negociado por nada, para salvar a un extraño o una ilusión. Tenía la certeza que había dado oro a cambio de barro, esa noche pensó que moriría no la cortaron con cuchillos ni siquiera derramó una gota de sangre. No obstante sintió desollar su piel, arrancar sus huesos, como si literalmente la devoraran, la masticaran viva. Su garganta perdió la voz, sus ojos perdieron las lágrimas, la luz, la inocencia. De esa joven solo quedó un cadáver viviente, una persona viva que experimentó la muerte y perdió las ganas de vivir, pero no sufrió sola. En el bosque lloraba su rey, se retorcía, arañaba la tierra incapaz de soportar el dolor. Esas mujeres crueles le habían dejado sentir finalmente a su amada, pero lo único que recibió fue dolor, un dolor desgarrador que le quitó el aliento. Cuando finalmente cesó, siguió su rastro encontrado ese lugar escondido donde la habían encerrado. Sabía que lo habían atraído ahí, deliberadamente quitaron lo que la ocultaba, pero no le importó. La encontró tendida en ese altar frío, sus ojos habían perdido su brillo, su tez el color, parecía muerta aunque estaba viva.

Lumiel: ¿qué... te han hecho?

Acariciaba su rostro en busca de una reacción, pero nada. Claramente, lo veía, lo reconocía, pero no se inmutaba. Talvez creía ser presa de otro engaño.

Lumiel: ¡pagarán! ¡pagarán caro lo que te han hecho! Te sometieron a tal sufrimiento solo por la esencia que compartí contigo, que seres más crueles.

Freya: lo somos

Lumiel: ¡tú!

Freya: guarda tu ira Lumiel, si quieres que siga viva

Lumiel: ¡¿a esto llamas viva?!

Nezara: ¿prefieres que esté muerta?

Lumiel: lo que tomaste, ¡dámelo!

Freya: parece que no te has dado cuenta de que su vida está en nuestras manos. Si piensas que poniendo lo que quitamos volverá a la normalidad, te equivocas. Restaurarlo es incluso más difícil y doloroso que quitarlo, ¿la harías pasar por algo así de nuevo?

Estaba derrotado, sabía que esa mujer tenía razón. Habían hurgado en el interior de Lidia, ahora no era más que una marioneta en sus manos. Si quería rescatar al menos una parte de ella no tenía más opción que bajar la cabeza. Había llegado tarde, muy tarde.

Lumiel: ¿qué quieres?

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