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HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

Status: Terminada
Genre:Romance / Padre soltero / Traiciones y engaños / Reencarnación / Completas
Popularitas:33.9k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Lila, una médica moderna, pierde la vida en un ataque violento y reencarna en el cuerpo de Magdalena, la institutriz de una obra que solía leer. Consciente de que su destino es ser ejecutada por un crimen del que es inocente, decide tomar las riendas de su futuro y proteger a Penélope, la hija del viudo conde Frederick Arlington.
Evangelina, la antagonista original del relato, aparece antes de lo esperado y da un giro inesperado a la historia. Consigue persuadir al conde para que la lleve a vivir al castillo tras simular un asalto. Sus padres, llenos de ambición, buscan forzar un matrimonio mediante amenazas de escándalo y deshonor.
Magdalena, gracias a su astucia, competencia médica y capacidad de empatía, logra ganar la confianza tanto del conde como de Penélope. Mientras Evangelina urde sus planes para escalar al poder, Magdalena elabora una estrategia para desenmascararla y garantizar su propia supervivencia.
El conde se encuentra en un dilema entre las responsabilidades y sus s

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CAPÍTULO 18: UNA MONEDA DE CAMBIO.

Narrado: Conde Frederick Arlington

Al día siguiente, llegué al hospital como era habitual, después de pasar el día anterior en el castillo, esperando en vano alguna comunicación del ministro Oxford. No recibí ningún mensaje, carta ni siquiera un mensajero con alguna excusa.  Absolutamente nada. La total falta de una disculpa fue una ofensa aún mayor que el duelo fallido.

La mañana se desarrolló sin dificultades. Pasé tiempo con los enfermos, revisé tratamientos, di indicaciones al joven aprendiz de medicina y dediqué algunos minutos al área de maternidad. Por un instante, la rutina me dio una falsa sensación de tranquilidad. Hasta que una enfermera tocó suavemente la entrada de mi oficina.

—Perdón, mi señor… hay una visitante. —anunció en un tono bajo.

Solté un suspiro. Supuse que era el insoportable ministro, o tal vez su esposa. Nunca pensé que se trataría de ella. Evangelina Oxford entró en mi despacho con una bufanda del mismo color suave que su vestido cubriendo su rostro. Se movía lentamente, sin levantar la cabeza. Era la imagen viva de una tragedia. Nuevamente.

Me puse de pie al instante, sin tratar de ocultar mi descontento.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con frialdad—. Creí que no te volvería ver después de la forma tan grosera en la que te fuiste del castillo.

Ella no miró hacia arriba. Su voz era un susurro entrecortado.

—He venido a pedir perdón, en nombre de mi padre… y el mío.  Vengo a rogar que olvides el duelo. Él se enfermó y esta delicado. Por eso no apareció al duelo.

La observé con desconfianza. Algo no encajaba. Había algo en su actitud y en su tono que no parecía del todo auténtico. Di un paso hacia ella.

—Cuando me hables… levanta la mirada.

—No tengo valor para mirarle —murmuró—. Soy la culpable de todo esto.

Me acerqué más. Con suavidad, levanté su rostro y la obligué a mirarme. Entonces lo vi.

—¿Qué demonios le paso a tu rostro? —pregunté, alarmado al notar un moretón morado debajo de su ojo derecho.

—Me caí esta mañana. No fue serio. Lo mejor será que me vaya —dijo, dándose la vuelta.

Una ola de ira me recorrió.  Caminé por la habitación, conteniendo mi furia, ese ministro es un animal.

—¿Fue tu padre? —pregunté, con la voz tensa y el puño apretado.

Ella movió la cabeza en señal de negación, pero no ofreció ninguna explicación.

—Creo… que es mejor que me marche —repitió, con la mirada fija en el suelo y las lágrimas en sus ojos.

—No puedo permitir que te sigan tratando así.  Haré una queja formal ante la corte.

—Eso no cambiará nada —respondió, con una triste sonrisa—. Mis padres tienen todo el derecho a disciplinarme… mientras esté bajo su cuidado.

Entonces se volvió, su voz apagada por el miedo o la astucia, y añadió:

—A menos que usted decida casarse conmigo.

Lo mencionó de manera tan sutil y tranquila que, por un momento, dudé de haberlo oído. Me quedé mirándola, en silencio.

—Sabes que eso no está en mis posibilidades —respondí al fin—. No sería lo correcto para ti… nunca podría amarte.

—No busco amor —contestó con la voz quebrada—. Solo necesito… que me rescates.

Sus palabras me impactaron más de lo que había imaginado. Era verdad: podía ayudarla. Pero… ¿a qué costo? ¿Y Penélope? ¿Y Magdalena? Magdalena. . .

Esa chica que, casi sin darme cuenta, había comenzado a ocupar mis pensamientos con su sensatez, su personalidad y su dedicación. ¿No era ella la que siempre estaba presente sin pedir nada a cambio? ¿Acaso no había sentido celos cuando mi amigo ofreció un matrimonio para ella?

Evangelina me miró. Se dio cuenta de que había tocado el punto exacto. Mi silencio y mis dudas… eran su oportunidad.

—Debo irme —declaró, dando un paso hacia la puerta, con la tristeza medida de alguien que se sacrifica.

No me moví. Era como si me faltara el aire.

Antes de salir, se detuvo.

—Una cosa más… —dijo sin girarse—. Mi madre presentará una queja formal al rey. Pedirá que lo obliguen a casarse… o que se me compense por el daño. Espero que no me culpe. No quiero hacerle daño. Hoy mismo desapareceré de su vida, de nuevo le pido me perdone conde.

Ella se giró por un momento, pero en vez de quedarse, salió rápidamente.

—¡Espera! —grité, rompiendo al fin mi silencio. Pero era tarde, se había marchado dejando mi mente en un caos.

Una enfermera me dijo poco después que la había visto correr por el pasillo como si escapara de un incendio. Me quedé solo en la oficina. La ira me envolvía como un abrigo maldito. ¿Cómo podían tratar a su hija como si fuera un objeto? ¿Un bien en una transacción? Y aun así… ella lo aceptaba. Tal vez incluso lo fomentaba.

Quería ayudarla. Pero, ¿cómo podía hacerlo sin traicionar el recuerdo de Paola? Mi esposa… la única mujer a la que realmente amé.  ¿Qué diría de mí al ver que otra intentaba obtener mi protección mediante lágrimas y amenazas sutiles?

No. No podía dejar que la manipulación se camuflara como necesidad.

Miré por la ventana. Afuera, el sol empezaba a levantarse. Todo se veía tranquilo, pero dentro de mí… la tormenta apenas comenzaba.

1
Virginia Sira
Excelentísima historia. Maravilloso final. Quedé fascinada con este relato. Mis felicitaciones autora.
Alicia Quintana
toda una serpiente esta mujer
Alicia Quintana
ojalá y ese conde no sea tan ingenuo
Any Estrella Santander Donoso
A llevar a cabo el cambio
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
si, por favor así sabemos cómo surge la historia de amor entre los dos 😍😍😍🤷🤷
Elizabeth Yesenia Rojas
exelente tu historia me encantó
Iliana Curiel
hermosa historia autora, gracias me emocione mucho, me encantó /Kiss//Kiss//Heart//Heart/
Any Estrella Santander Donoso
esa es la actitud
Any Estrella Santander Donoso
Buen capitulo
Marcela Lopez
me encantó, es estupenda
Marcela Lopez
magnífica historia 😍, lindo final 🙏🤗 espero la próxima
Marcela Lopez
lindo capitulo 🥰 un bebé
Any Estrella Santander Donoso
Muy interesante
Marcela Lopez
porfin juntos, ella pudo hacer el amor 😍❤️🔥
Marcela Lopez
estupendo
Marcela Lopez
porfin
Miris
Muy buena historia.
Maria Isabel Traslaviña Davila
Muchas gracias!
Liliana Barros
No le contó porque sabía que hacía mal. Ahora Magdalena creerá que quiso jugar con ella. Bien merecido tienes el sufrimiento Conde
Liliana Barros
Jajaja y yo pensando que él se va a molestar cuando se entere de la cita de Magdalena con el Duque. El Conde no aprende más, ya le trajo muchos problemas Evangeline y encima le acepta que trabaje en el hospital, porque le dió pena. Ya verá los inconvenientes que le traerá con Magdalena 😂😂😂
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