** Saga Vannecelli **
Rachel Fiore es la mano derecha de Leandro Zanella, jefe de una de las ramas más importantes de la organización italiana. Desde que él la rescató a ella y a su hermana de la calle cuando solo tenía 14 años, ha estado perdidamente enamorada de él. Sin embargo, su temor al rechazo la ha llevado a ocultar este secreto durante seis años. Actualmente, la organización está siendo amenazada por los FGN, lo que obliga a Rachel a viajar a la capital para reunirse con el líder de la organización en busca de su apoyo. sin tener conocimiento de que se cruzaría con un hombre que transformaría por completo su vida.
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Capítulo 19 Forman parte de la familia.
Rachel fiore
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-Escucho con interés las historias que Gian comparte sobre sus hermanos y su prima, y aunque sonrío, no puedo evitar notar lo peligrosos que son desde su adolescencia. Esto me confirma que esa familia no está en sus cabales, aunque son verdaderos genios, lo que explica por qué son la familia al frente de la organización italiana y por qué se les teme tanto. Al llegar a la mansión, él me acompaña hasta mi habitación. Mientras me observa, soy consciente de sus intenciones, pero me siento exhausta y deseo saber cuánto tiempo más podrá resistir. Así que, inclinándome, acaricio su mejilla y le doy un beso tan apasionado que él me toma de las caderas y me acerca más a su cuerpo. En ese momento, escucho cómo se abre la puerta, por lo que retrocedo un par de pasos y me separo de él. Le digo- Descansa, Gian.
- Cierro la puerta rápidamente y coloco el seguro mientras él comienza a golpearla, exclamando con desesperación- Mi fiera, por favor, abre la puerta. Déjame entrar, no puedes dejarme así.
- Yo me tapo la boca para contener la risa y le respondo con calma-Gian, descansa. Debo irme a dormir, mañana tengo clases.
- Él me contesta- Pero, te necesito, cariño. Me emocionaste; eso no se hace. Te prometo que esto no quedará así.
-Me limito a sonreír y me dirijo al baño. Después de tomar una buena ducha, me acuesto a dormir. Al día siguiente, salgo de la habitación en busca de mi hermana para desayunar. Al bajar al comedor, ya estamos todos reunidos y las empleadas comienzan a servirnos. Gian, por su parte, está escribiendo en el teléfono y, después de un rato, lo deja a un lado para comenzar a comer. Al terminar el desayuno, todos nos retiramos, mientras que Gian y Leandro se quedan conversando. Le comenté a mi hermana que se preparara, ya que hoy visitaríamos varias escuelas, lo que la emocionó. Ella se dirigió a su habitación, mientras yo fui a la mía en busca de mi bolso. Poco después, bajé con mi hermana y notamos a Gian en la puerta con el celular en la mano. Me preguntó qué tanto estaba escribiendo por teléfono y con quién. Caminamos hacia él, tosiendo ligeramente para que notara nuestra presencia. Al verme, guardó su teléfono en el bolsillo, me sonrió y posteriormente saludó a Lucía, quien respondió cortésmente.dice- Hoy las acompañaré a buscar una escuela y también iremos a hablar con el gobernador, ya que su hija necesita conversar con ustedes.
-Sin entender, pregunté- ¿De qué quiere hablar el gobernador con nosotras?
-Él respondió- Les pedirá disculpas, al igual que su hija, por haberse involucrado con Lucía. Sabe que no debe relacionarse con Vannecelli y que debe afrontar las consecuencias.
-Yo arqueo una ceja y le digo- Gian, ni Lucía ni yo somos Vannecelli. No creo que sea una buena idea que vayamos, no quiero enfrentarme a esas personas.
-Él me mira con una expresión seria y responde- Eres una Vannecelli, al igual que tu hermana. Como eres mi novia, ahora formas parte de la familia, y quien se atreva a meterse con ustedes tendrá que enfrentarse a mí. Ellos deben disculparse con ella. Ahora vamos, que deben estar esperándonos, y luego iremos a la mejor escuela de la ciudad; ya tengo una cita programada.
- ¿A qué hora ocurrió todo eso? Le sonreí mientras le daba un beso en la mejilla y le susurraba- Gracias.
-Él simplemente sonrió. Lucia tomó la mano de Gian y comenzamos a caminar hacia el automóvil, donde varios guardaespaldas nos esperaban. Minutos más tarde, nos encontramos en una casa amplia. Al bajar, se acercaron a nosotros dos adultos y una niña pequeña. Noté la reacción de Lucia, que parecía nerviosa, lo que me hizo suponer que la niña era aquella que la había maltratado. Ellos se acercaron rápidamente y nos saludaron. El señor dice- Es un placer tenerlos aquí, señor Vannecelli y señoritas. Lamento profundamente lo que mi hija le hizo a la niña. Ella ya ha sido castigada. Siento mucho lo ocurrido. Por favor, pasemos adentro.
-Sin intercambiar palabras, entramos a la sala, donde nos sirven bocadillos, pero ni yo ni mi hermana probamos nada. Puedo percibir la tensión en el hombre, que evidencia nerviosismo al notar la seriedad de Gian. Este último dice- señor Luciano, lo sucedido con su hija ha sido una situación de gran gravedad, dado que maltrató a mi cuñada, quien forma parte de la familia Vannecelli. Esto representa una ofensa para nosotros.
-Observo que el hombre se tensa y responde- Lo sé, señor. Le pido disculpas sinceras por la actitud de mi hija; es una niña y no comprendía lo que hacía. Me estoy encargando personalmente de instruirla al respecto. Le ruego, por favor, que la perdone,
-mientras se arrodilla.El hombre rápidamente toma a la niña y le ordena que se arrodille, indicándole que debe pedir perdón. La niña permanece en silencio, mostrando una expresión de malestar. Ante esto, el hombre la aprieta en el brazo, lo que provoca que ella comience a llorar y a disculparse con Lucía. Sin embargo, yo percibo que sus disculpas carecen de sinceridad. Mi hermana me observa y luego dirige la mirada a la niña, diciéndole que la perdona, aunque quiere irse. En ese momento, Gian se levanta y nosotros hacemos lo mismo. Él le dice- Esperemos que esta situación nunca se repita, ya que la próxima vez no habrá lugar para segundas oportunidades. Si no es capaz de ejercer control sobre su hija, mucho menos podrá hacerlo en esta ciudad. Espero que lo que le pedí esté preparado.
- Él me responde- Señor, tanto la directora como la profesora no volverán a ejercer su profesión.
- Al escucharlo, quedé atónita. Gian se tomó esto muy en serio. Si esto ha ocurrido con mi hermana, ¿cómo sería en el caso de su hija? -