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Salvando A Mi Hermano Ernesto

Salvando A Mi Hermano Ernesto

Status: Terminada
Genre:Posesivo / Mundo mágico / Época / Romance / Reencarnación / Mujer poderosa / Completas
Popularitas:373.2k
Nilai: 5
nombre de autor: LunaDeMandala

Elysia renace en un mundo mágico, su misión personal es salvar a su hermano...

NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Clariet 1

Esa misma noche, la feria ya era solo un murmullo en la memoria del pueblo. Pero en su mansión, Clariet no podía dormir. Humillada, ridiculizada y despreciada, sus pensamientos se retorcían como serpientes venenosas.

—Se burlaron de mí… todos —murmuraba frente al espejo, con los ojos enrojecidos por el llanto y la furia—. Ernesto, ese traidor… Elysia, esa mocosa insolente… y el conde Greenville…

Su respiración se volvió irregular. La venganza era lo único que le quedaba.

Cuando la casa se sumió en el silencio, salió envuelta en un manto oscuro, acompañada de dos hombres que había sobornado: mercenarios de baja estofa. Su plan era sencillo: sorprender a Elysia en su habitación, hacerla pagar, borrar esa sonrisa de su rostro… la arruinaría a ella, a su apellido, también a Ernesto con eso y de paso, se quedaría con el Conde… todo era necesario… en la mente de Clariet, Elysia era el verdadero problema…

[estos hombres te sacaran la maldita sonrisa estúpida mujer]

Sin embargo, al abrir la puerta de la habitación, no encontró a Elysia. Encontró a Hans.

Él estaba sentado en la penumbra, con una calma inquietante, como si la estuviera esperando. En el instante en que la vio, su sonrisa ladeada apareció, peligrosa y burlona.

—Qué curioso… —murmuró con voz grave—. Pensé que un ratón como tú se escondería después de tanto escándalo. Pero vienes sola, y a mi terreno.

Clariet retrocedió un paso, pero antes de poder ordenar nada a sus mercenarios, Hans se incorporó. Con un movimiento rápido y preciso, desenvainó su espada. El acero brilló con la tenue luz de las velas, y en un parpadeo la fría hoja estaba apoyada contra su cuello.

Los hombres que la acompañaban ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar: la mirada de Hans bastó para que retrocedieran, aterrados.

—¿Venganza, Clariet? —susurró él, inclinándose lo suficiente para que solo ella lo escuchara—. No tienes ni la inteligencia ni el coraje para llevarla a cabo. Y si vuelves a levantar una mano contra mi brujita… —apretó apenas la espada, lo justo para que sintiera la presión helada en la piel—. Te juro que no volverás a ver otro amanecer.

Clariet temblaba, sin poder ocultar el miedo en sus ojos.

Hans se apartó de golpe, arrojándola al suelo como si no fuera más que un estorbo. Luego, con un gesto seco, hizo que los mercenarios salieran corriendo, o eso creyeron porque la guardia del conde los capturó y golpeó de inmediato, dejando a la joven humillada una vez más.

—Eres despreciable —añadió, guardando la espada y acomodando su chaqueta como si nada hubiera pasado—. Y si no fuera porque mi brujita se enojaría por la sangre en mis botas, ya estarías muerta.

Con esas palabras, Hans salió de la habitación, dejándola derrumbada en el suelo, entre lágrimas de furia e impotencia.

Esa noche, cuando Elysia regresó a su habitación, lo encontró allí, como siempre: se habia tardado porque Hans le habia pedido que revisara un montón de documentos en la biblioteca…

Hans la esperaba sentado en el sillón, con una calma que ocultaba cualquier sombra de lo que había ocurrido momentos antes.

—¿No me extrañaste? —preguntó ella con una sonrisa ligera, acercándose.

Hans la tomó de la cintura y la atrajo a su regazo, besándola en la frente.

—Siempre —respondió sin añadir nada más.

Elysia, cansada de la feria, del bullicio, y de los documentos no sospechó nada. Se acomodó entre sus brazos y, entre besos y juegos suaves, se quedó dormida contra su pecho. Hans la observó en silencio, acariciándole el cabello, mientras su mente repasaba la escena con Clariet, aún con la satisfacción del filo de su espada en su garganta.

No le dijo nada. No esa noche.

Al amanecer, cuando los primeros rayos entraban por la ventana, Elysia despertó de buen humor. Hans seguía allí, con la misma calma, como si hubiera velado su sueño toda la noche. Ella, juguetona, le acarició el rostro.

—Me gusta esto… despertar y encontrarte aquí.

Hans sonrió, besándole la mano, pero esta vez no evadió el asunto. Su voz bajó un tono, seria:

—Brujita… hay algo que debes saber.

Elysia lo miró con atención, confundida por el cambio repentino en su expresión.

—¿Qué pasó?

Hans se acomodó en el sillón, manteniéndola en su regazo, sin dejarla escapar.

—Clariet intentó hacerte daño anoche. Entró en la mansión con dos rufianes, planeaba llegar hasta tu habitación. —Se inclinó para mirarla a los ojos, su tono grave, casi amenazante, aunque no iba dirigido a ella—. Ahora está en el calabozo, esposada como la delincuente que es.

Los ojos de Elysia se abrieron de par en par.

—¿Qué…? ¡¿Y no me lo dijiste?!

Hans ladeó una sonrisa peligrosa, acariciándole la mejilla con suavidad, como si quisiera aplacar la furia que intuía en ella.

—Porque no quería que tuvieras pesadillas otra vez. Tú dormías tranquila en mis brazos… y yo prefiero que sigas así, sin preocuparte por la escoria.

Elysia lo miró con los ojos brillantes, aún sorprendida, pero no de miedo ni de enojo. Sino de un agradecimiento profundo que la atravesaba por completo. Se inclinó y le acarició el rostro, su voz apenas un susurro: —Si no estuvieras conmigo… no sé qué me habría pasado.

Hans sostuvo su mirada con una intensidad feroz, como si esas palabras fueran un juramento que él mismo se obligaba a cumplir. Pero antes de que pudiera responder, Elysia lo besó. No fue un roce tímido ni un gesto juguetón: fue un beso apasionado, desesperado, lleno de todo lo que ella sentía y que nunca había dicho en voz alta.

Él respondió al instante, atrapándola con fuerza entre sus brazos, como si no pensara dejarla ir nunca más. La levantó, sentándola sobre sus piernas, mientras el beso se volvía cada vez más ardiente, más profundo. Entre caricias, risas ahogadas y la calidez de sus cuerpos, la habitación entera pareció llenarse de un nuevo aire: no había miedo, no había dudas, solo el deseo y la certeza de que se pertenecían.

Hans separó sus labios apenas un instante para murmurar contra su boca, con voz grave y entrecortada:

—Eres mía, brujita. Nadie más volverá a tocarte.

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Magda Ortiz
me encantan tus novelas, gracias autora. Felicidades
Yesika Bastidas
ya casi que te dejan sin ojos 🤣🤣
Yesika Bastidas
esa perra arrastrada estúpida
Jana Cruz
Esos nombres son lindos , y empiezan con H , por su esposo
Diana Gpe Martinez
hermosas historias cada una
Diana Gpe Martinez
posesivos el uno con el otro
Diana Gpe Martinez
una nueva aventura
beba hernandez
Es un gusto leer tus historias autora, son increíbles👍💯💯💯
Imacairy Lopez
Linda historia 👏🏻👏🏻👏🏻
Josseline Palma
💐♥️
Marisela Celiz
me encantó!!! re posesivo Hans!!! que linda historia!!! seguí así 👏👏👏👏👏👏🫂🙌🙌😄🙌
Yoba OG
Será que Hans tiene entre sus genes sangre licantrope? su posesividad ya es pasada 🤭
Yoba OG
pobrecilla no sabe con quién se está metiendo, ella solita está cavando su tumba 🤭🤭🤭
Yoba OG
Auch!!! niña pero mira como quieres jugar con fuego 🤭
Yoba OG
a su máquina de coser no dejó nada la imaginación esa palabra "mi mujer"
Yoba OG
ohhh!!! que romántico 🥰
Yoba OG
huemadre!!! sí, que le pegue una buena golpiza a Ernesto a ver si le resetea esa cpu y entra en razón
Yoba OG
que ella esté dispuesta a mandarlo a la cárcel le da aún más claridad y certeza a él de lo importante que es salvar a su hermano
Yoba OG
al parecer El conde esperaba que ella pidiera ser su esposa, pero esa no fue la petición y eso lo asombro aún más 🤣
Yoba OG
esto me recordó el ultimo de ni santa ni villana, donde los Volt comentaban que la princesa Bella estaba salvando animalitos en una inundación
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