La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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¿Quieres ser mi novia?
Dos días después, Jimena no aparecía por ningún lado. Y ahora sí la policía tomó cartas en el asunto empezaron a buscarla exhaustivamente.
Varias horas después, alguien avisó a la policía que habían visto a una mujer caminando sin rumbo fijo por la ciudad.
Les pasó la ubicación y ellos se dirigieron para allá de inmediato.
En efecto, una mujer caminaba sin rumbo fijo, llevaba puesto un pantalón de mezclilla y una blusa blanca, pero estaba muy sucia y además estaba descalza.
¿Será esta la mujer que andan buscando?, dijo uno.
Señorita, ¿cuál es su nombre?, le pregunto el oficial.
La mujer no respondía, parecía que estaba en otro mundo.
Señorita, dígame, por favor, cuál es su nombre, volvió a decir el oficial.
Pero ella no contestó, estaba como ida.
La subieron a una ambulancia que llegó junto con los policías y llamaron a los que ellos creyeron que era su familia. Cuando llegaron al hospital más cercano toda la familia estaba ahí, Carolina, María, Joseph, Darío y Alex.
Cuando bajaron a la mujer de la ambulancia todos dijeron al unísono: ¡Jimena!
María fue la que dijo primero, ¡Dios mío?, ¿qué te pasó, hijita?
La señorita está en shock, permítanos ingresarla al hospital, ya después habrá tiempo de aclaraciones, dijo un paramédico.
Dios mío, algo le pasó y muy grave para que esté así como está.
Carolina, por educación le marcó a Pascual.
Apareció Jimena, al parecer, le fue muy mal porque llegó el muy mal estado.
Gracias por avisarme, señora, iré para allá inmediatamente.
Teresa, te encargo el changarro, por favor.
Claro, Pascual, vete tranquilo.
En el hospital todos estaban impacientes, estaban esperando a que saliera el doctor a explicarles el estado de Jimena.
Pues, ¿qué le pasará a nuestra hija?, preguntó Alex a Carolina.
Eso es lo mismo que quisiera saber también yo, esperemos a que salga el doctor y nos explique.
Una hora después, que parecieron siglos, salió el doctor.
Bueno, no hay mucho que hacer, la señorita no responde no quiere responder. Está completamente en shock y en su estado es muy peligroso.
¿En su estado?, preguntó Alex.
Sí, ella está embarazada de 4 semanas.
Alejandro volteó a ver a Carolina, ella bajó la mirada.
Entonces, ¿qué procede, doctor?
Se quedará aquí por unos días, en cuanto logremos saber más y a ver si podemos lograr que ella hable. Además, tiene que estar muy bien por el hijo que lleva en sus entrañas.
No es necesario que se queden, pueden venir a verla a diario, cualquier cosa que pase nosotros les avisamos.
Gracias, doctor.
¿Puedo pasar verla un momento?, dijo Pascual.
El doctor volteó a ver a la familia y ellos asintieron.
Está bien, pero solo un momento porque ella no se encuentra bien.
Al entrar Pascual la vio, sus ojos miraban hacia ningún lado y estaba muy seria como que no estaba en este mundo.
Vamos, chulita, reacciona mi vida, ningún hombre vale la pena para que tú les llores. Tú eres una mujer fuerte, además tienes un hijo en tus entrañas, no le hagas daño, por favor, él te necesita mucho más que tú a ese hombre.
Fue entonces cuando Jimena reaccionó y abrazó a Pascual llorando desconsoladamente.
Eso es, mi reina, llora todo lo que quieras, pero saca ese mal amor de tu alma.
¿Quieres que le diga a tu familia lo que realmente pasó?, dejó Pascual ya más tranquilo.
Por favor, diles que pasen, necesito hablar con ellos.
La familia entró al cuarto, claro con la aprobación del doctor que también entró con ellos.
Jimena, has reaccionado, dijo Carolina. Cuéntanos qué fue lo que te pasó.
Mamá, papá, hermanos, abuela; perdóneme por lo que hice yo sé que no estuvo bien, pero ahora una vida se está gestando dentro de mí... Si ustedes creen conveniente me saldré de mi casa, me iré a vivir a otra parte con tal de no llenarlos de vergüenza. No quiero volver a saber nada más de Marcelo, él me ha traicionado ni siquiera sabe que estoy embarazada. Y les pido encarecidamente que nunca se lo digan no merece ser padre.
Claro que no, hijita. Para eso somos sus padres te quedarás con nosotros y te apoyaremos en todo.
Cuenta conmigo, hermana, yo también te apoyaré.
Gracias, familia, las lágrimas afloraron en los ojos de todos.
Bueno, en vista de que Jimena ha reaccionado, tal vez mañana la dé de alta.
Por el momento es necesario que la dejen descansar.
Mañana vendremos, hijita.
Uno a uno fue abandonando el cuarto.
Pascual se quedó al último. Recupérate, Jimena, necesitas regresar a tu trabajo. La pasarela será en una semana, tenemos el tiempo contado.
Gracias, Pascual, eres un gran elemento.
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Dos días después, Jimena regresó a su trabajo, pero ahora con un bebé en su vientre.
Los empleados le dieron la bienvenida con un café y galletas.
Y así, Jimena poco a poco se iba recuperando del mal sabor de boca. Claro sin poder olvidar a Marcelo que lo amaba entrañablemente.
El tiempo siguió su curso, una semana después, Héctor llegó a visitarla.
Hola, Jimena, supe que estabas mal, perdóname por no haber venido antes.
No te preocupes, no es tu obligación, tú y yo apenas nos conocemos.
Te invito a comer en desagravio a mi falta de atención hacia ti.
Es muy amable de tu parte y la verdad, sí, tengo mucha hambre.
Pues entonces, vamos.
Pascual, al rato regreso, voy a comer.
Pascual solo la saludó con la mano en señal de aprobación.
Cuéntame, ¿cómo estás? ¿Qué te ha pasado?
Prefiero no hablar del asunto. Lo importante es que ya me estoy recuperando.
Está bien, como quieras no hay ningún problema. El mesero llegó con el menú.
¿Qué vas a pedir, Jimena?
Quiero unos tacos de picadillo, por favor, y una coca bien helada.
Lo mismo para mí, dijo Héctor.
Enseguida, dijo el mesero y se fue.
¿Alguna vez te han dicho que eres muy hermosa?, dijo Héctor sin poder contenerse.
Sí, varias veces, pero la persona que me lo dijo no vale la pena ni recordarla.
Bueno, espero que esa persona no tenga nada que ver conmigo.
Por supuesto que no, Héctor tú eres muy diferente.
¿Me... darías una oportunidad?, dijo Héctor temiendo que Jimena lo rechazara o se enojara.
Oportunidad, ¿para qué?, dijo ella tanteando el terreno.
Yo, quiero que seamos novios, si tú quieres, claro está.
El asombro de Jimena fue real.
Está bien, pero antes tengo que decirte una cosa.
De acuerdo, dime lo que quieras.
Estoy embarazada, tengo cuatro semanas si aún así me quieres seremos novios.
Claro que sí, te prometo que seré un buen padre para tu hijo. Desde este momento me considero el padre, claro, si tú aceptas, por supuesto.
Gracias, Héctor, espero no defraudarte.
Tal vez Jimena lo único que buscaba era compañía, se sentía muy sola, pero tenía todo el derecho de intentarlo.