Olvidada

Estaba Majic en el despacho de su majestad, veía la cantidad de libros en los estantes, y la colección de espadas y arcos; el rey la invitó a sentarse, la jovencita sonrio y tomó asiento.

- "¿Tomaste la decisión?, preguntó su majestad.

Cuando el rey la citó el día anterior a pedirle que acepte una segunda esposa para él, sintió que tal vez era porque no había aprendido a ser una buena esposa y que se esforzaría para que no fuera necesario.

Sin embargo, mientras caminaba por el camino que la llevaba al patio posterior escuchaba los comentarios de lo elegante, hermosa y educada que era Lady Zarila, que era una pena que no se haya convertido en la esposa del rey, se miraba en la fuente y no pudo evitar notar la diferencia entre ella y Lady Zarila, tal vez era porque era muy pequeña, además fue muy buena con ella, tal vez el rey también quería cuidarla y protegerla; por eso necesitaba tenerla como esposa.

Majic quedó mirando al rey y aún con algo de miedo se atrevió a preguntarle algunas cosas, antes de darle a conocer su decisión.

- "¿Ser primera es mejor que la segunda, verdad?, consultó Majic.

- "Se puede decir que sí", respondió el rey.

- "¿Usted seguirá siendo amable conmigo, verdad?", preguntó una vez más.

- "Princesa Majic, ¿ve el sello en nuestras manos?, la segunda esposa, no lo puede tener, tendrá un anillo, que no podrá tener todo el tiempo, nosotros siempre tendremos este sello, que nos unirá para siempre, no podría olvidarla aunque quisiera, siempre serás especial para mí", expresó el rey, tratando de calmar el acelerado corazón de la princesa, que se podía escuchar aún en ese inmenso salón, aunque en el fondo él hubiese querido nunca tener ese tatuaje como símbolo de matrimonio, antes de la desgracia ese no era su destino.

- "Si el rey necesita tener una segunda esposa, entonces yo aceptaré, aunque me haga sentir incómoda", expresó tímidamente la princesa.

Esa expresión hizo sentir pésimo al rey, la jovencita era demasiado inocente para entender completamente lo que le había pedido; se sentía tan miserable, y se lamentaba de haber terminado en esa situación.

Más tarde, cuando el rey y la princesa habían terminado de almorzar, caminaban de regreso al Despacho, la princesa parecía feliz de poder ver todo los patios y jardines desde las ventanas del Despacho, el rey grababa en su mente cada expresión de la jovencita.

- "Haz mejorado mucho en el uso de los cubiertos, me alegra", dijo el rey.

- "Gracias, quiero que el rey se sienta orgulloso de mi, aprenderé todo lo que me está enseñando Lady Marila, y seré una buena esposa, pagaré con ello, todo lo bueno que está siendo conmigo Su Majestad", dijo sonriendo Majic.

- "De seguro que aprenderás, pero quiero que pienses en ti, que lo que aprendas te ayude a ti, y que logres ser fuerte y valiente, lo suficiente para que nadie te vuelva a lastimar", dijo el rey.

- "A su lado nadie me va a lastimar, (tomando las manos del rey) tiene manos muy fuertes de seguro puede protegerme muy bien", expresó orgullosa Majic.

- "¿Y si soy yo, quien pudiera lastimarte?", preguntó el rey con mirada melancólica.

Majic lo quedó mirando, acaso había hecho algo mal y se había molestado con ella, y la iba a castigar y por eso decía que la podía lastimar; soltó las manos de rey.

- "¿Hice algo mal?", pregunto nerviosa la jovencita.

- "No, tú no hiciste nada mal; quien se equivocó fui yo. Tal vez ahora no lo entiendas porque eres muy joven, pero los adultos a veces debemos tomar decisiones que no nos gustan porque debemos hacer lo correcto o asumir las consecuencias de alguna mala acción; Majic alguna vez me dijiste que te gustaría estar en un lugar con una laguna y montañas de colores, en el reino hay un lugar así, se llama Reverie, es una residencia real, que ha usado mi familia para descansar y meditar; me gustaría mucho que fueras a ese lugar a aprender todo lo que Lady Marila tiene para enseñarte", manifestó el rey, sabiendo que en ese lugar muchas cosas podrían cambiar.

- "¿Podré regresar a tiempo para la cena?", cuestionó la princesa.

- "Deberás vivir allí algún tiempo, no podré acompañarte", respondió el rey.

- "¿También me va a abandonar su majestad?", preguntó la princesa mientras sus ojos se humedecían.

- "No es eso...", respondió el rey, pero no pudo continuar porque la princesa salió corriendo.

El rey quiso mantenerse en el Despacho pero algo más fuerte que él, lo hizo correr tras ella, la princesa no miraba hacia donde se dirigía solo corría sin parar, saliendo del palacio se chocó con Tesko.

- "Como siempre se comporta como una princesa malcriada, cree que por bonita puede hacer lo que quiera", expresó Tesko con una mirada siniestra; "no puede irse así, regrese a su habitación", continuó diciendo mientras la tomaba de los hombros de una manera extraña.

La princesa retrocedió, algo en ese hombre le daba miedo, Tesko igual se acercó más a ella.

- "Tal vez quiera que la acompañe a su habitación", dijo el Consejero Real tomándola de la mano; la princesa se esforzó por soltarse; pero Tesko la sujetaba con más fuerza.

- "¡Suéltala!", gritó el rey, "¿Qué haces Tesko?".

La princesa aprovechando que el consejero la soltó, fue corriendo hacia el rey asustada.

- "Disculpe su majestad, parecía que quería huir, solo le insistía en que regresara a su habitación", manifestó Tesko.

- "Parecía que estabas sujetando a mi mujer innecesariamente", dijo confundido el rey.

- "Jamás, ¿cómo podría atreverme a ello?; nadie podría estar tan demente para tocar inapropiadamente a la esposa de su majestad", expresó Tesko haciendo una reverencia.

El rey le hizo el gesto de que se retirara, y abrazo a la princesa Majic del hombro y la llevó a los jardines.

- "No es mi intención abandonarla princesa, solo quiero lo mejor para usted, rogaría que pueda confiar en mi", dijo el rey.

- "Me agrada el rey y no me gustaría estar lejos de él, tengo miedo de no volver a verlo", expresó la princesa.

- "Después de un tiempo te iré a buscar, y si en ese tiempo tú lo quieres te traeré de regreso al palacio y no nos separaremos, por favor, confía en mí, lo que busco es llevarte a tu felicidad", expresó el rey, mirando fijamente a Majic.

La princesa lo abrazó fuerte, mientras le decía "no se olvide de mi, por favor, no se olvide de mí"; algunas gotas empezaron a caer, el rey cubrió a la princesa y regresaron corriendo al palacio.