Fiera

Las horas de aquella mañana pasaban muy lentas a como Pedro Emilio deseaba, su corazón latía rápidamente incrementando su ansiedad, presentía que sería un día perfecto aún así no puede ponerle fin a sus nervios, era el día que tanto anhelaba, por fin cumplirá uno de sus mayores sueños y es casarse con la mujer que ama.

El sonido de la marcha nupcial lo hace voltear con anhelo, suspira de alivio al ver que van entrando, <> piensa con ilusión... Diosito les permita estar juntos un largo tiempo, sus manos sudan de los nervios, cuando sus miradas hacen contacto se detiene asombrado por la belleza de su futura esposa.

Sus ojos no pueden evitar humedecerse por la emoción de ver a lo más hermoso de su vida regalarle una sonrisa, su vestido corte princesa y encaje se moldea a su silueta, el compás de su caminar hacia él que la espera con ansias en el altar, limpia las lágrimas que se le escaparon con rapidez al ya estar cerca.

Don Teófilo: Pedro Emilio, te entrego a mi más grande tesoro.

Pedro Emilio: prometo que la atesoraré mientras viva.

Don Teófilo: solo espero que sea por largos años.

Pedro Emilio: Yo también lo espero.

Toma la mano de Teresita con mucha delicadeza, sus dedos se entrelazan y ella le regala una hermosa sonrisa temblorosa, se nota que está nerviosa como él así que le da un pequeño apretón para que sepa que no está sola en esto.

Se colocan frente al padre de la parroquia, quién comienza a bendecirlos y darles consejos para un matrimonio feliz, luego comienza con el habitual estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a esta hermosa pareja... Bla, bla, bla.

Padre: ¿Teresa Machado, acepta usted a Pedro Emilio, para amarlo y respetarlo, serle fiel, estar con él en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

Teresita: Acepto.

Padre: ¿Pedro Emilio, acepta usted a Teresa Machado, para amarla y respetarla, serle fiel, cuidarla y protegerla, estar con ella en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

Pedro Emilio: Acepto.

Padre: ¿si hay alguien que se oponga a esta unión? bien pueda hacerlo ahora o calle para siempre.

Silencio...

Padre: por el poder que me confiere en la autoridad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, los declaro marido y mujer, lo que Dios una no lo separe el hombre... Bien pueda besar a la novia.

Plas, plas.

Los aplausos no se hicieron esperar, Pedro Emilio toma con dulzura la mejilla de Teresita, la mira a los ojos pidiendo permiso, ella se enternece por como la trata cree que es el hombre mas adorable que ha conocido, se acerca y une sus labios en un tierno y corto beso.

Con solo ese roce Pedro Emilio se sentía en las nubes, toma sus manos alegremente y deja un beso en cada una, se acerca a sus familiares para ser felicitados, luego que salen, una lluvia de pétalos de rosas los hace reír a carcajadas, era un momento agradable para todos.

Ya en la recepción para festejar su boda, los recién casados siendo los anfitriones, charlaban con todos los amigos y familiares de Pedro Emilio, sus padres se encontraban juntos, se veían radiantes, llenos de felicidad, eso la hacía sentir aliviada, había tomado la mejor decisión, un vals comenzó a sonar y sintió como la agarraban de la mano y la cintura, al levantar la vista vio como su ahora esposo le sonreía con picardía.

Teresita: ¿qué tramas? (pregunta con sospecha)

Pedro Emilio: es nuestro momento de brillar, ¿me concede este baile mi bella esposa? (ella ríe negando con su cabeza)

Teresita: si, mi bello esposo (él deja un beso en su frente)

La lleva hasta la pista improvisada y comienzan a bailar al ritmo de la música, sus pasos eran un poco torpes, pero eso no les importaba, en ese momento se sentían tan cómplices el uno del otro enfrascados en su propia burbuja de felicidad, los demás también se unieron al baile.

Luego cortaron la torta, comieron un poco de los platillos que habían traído la empresa organizadora de eventos, se deleitaron de varios bocadillos hasta no más poder, se hizo muy de noche cuando ya Pedro Emilio quería llevar a su esposa a su nuevo hogar, uno que ya estaba preparado para convivir.

Pedro Emilio: ¿nos vamos esposa mía? (susurra en su oído haciéndola estremecer)

Teresita: ¿tan pronto?

Pedro Emilio: estoy bastante cansado, pensé que tu igual.

Teresita: si, lo estoy, pero quería quedarme un poco más con mis padres.

Pedro Emilio: mi amor, sé dé lo que quieres huir, no pasará nada que no quieras, te respetaré hasta que estés lista.

Mencionó viendo que se ponía sonrojada y nerviosa, sus ojos bajaron a su regazo y él levantó su barbilla dándole un beso en su mejilla, se separa para sonreírle y demostrarle que no haría nada que la incomode.

Teresita: Vamos entonces (dice nerviosa)