Sr. Dominante

POV LILIANA.

No sentía nada aterrador en esta mañana, no había pesadillas ni insomnio. Solo un sueño Pacífico que casi nunca ocurría. Con los ojos aún cerrados, me estiré sintiendo dolor entre mis entrepiernas. Pero Este era un buen tipo de dolor. El que nunca supe que podría experimentar porque estaba rota. Esta Está fue la primera vez que tuve sexo después de ese terrible incidente. Y con Alejandro no fue nada como lo que había experimentado antes.

Sintiendo la cama moverse a mi lado, abrí los ojos y me giré a la izquierda encontrándome cara a cara con la razón por la que esta mañana me sentí tan ligera.

Estaba ahí dormido plácidamente, después de admirar por un corto tiempo su belleza, me levanté con el mayor cuidado posible para usar el baño.

Al entrar me paré frente al tocador, la mujer que me devolvía la mirada era alguien que nunca había visto. El brillo en sus ojos parecía ahuyentar la oscuridad interior.

Recordar todo lo que pasó me sacó una sonrisa, pero en realidad no estuvo bien.

Me acosté con mi jefe. ¿Cómo voy a superar esto? ¿Cómo vamos a trabajar en el mismo lugar? ¿Vernos cara a cara cada minuto? Sé que fue algo de una sola vez. Hombres como Alejandro no sé asientan. Huyen del compromiso tan rápido como pueden.

Salí del baño y me fui a la habitación nuevamente caminando hacia la cama donde Alejandro aún dormido profundamente. Me quedé otro momento mirándolo, por lo que me estaba causando en mi ser supe que ya estaba más apegada de lo que se suponía que debía estar.

Suspiré y me incliné flotando sobre él para dejarle un tierno y delicado beso en su frente.

Prácticamente, me estaba despidiendo porque sabía que no había nada que pudiera hacer para que él me quisiera de nuevo.

Nadie lo haría, anoche no hice nada, no tengo la experiencia para estas cosas.

Silenciosamente, recogí mi ropa del suelo y me vestí tan rápido como pude, dejando la habitación atrás.

Vi mi bolso en la mesa de café junto con el estúpido archivo que me trajo aquí.

»No es que lo lamente, nunca lo haría«

Pero eso fue el culpable y al que le agradezco por haberme hecho pasarla la mejor noche de mi vida.

Tomé el ascensor para salir del Penthouse, mientras este bajaba me puse a pensar que tenía que ser valiente, no podía dejar este trabajo porque necesitaba el dinero. Tenía que encontrar una manera de superar lo que pasó, Y puede que ni siquiera sea difícil, porque quizás Alejandro probablemente me empieza a ignorar, ya que obtuvo lo que quería. Y aunque esto me cause dolor sería lo mejor, eso me ayudaría a trabajar fácilmente.

Las mujeres como yo solo éramos un medio para proporcionarle placer a un hombre como él. Y él ya lo ha conseguido, Yo no significaría nada y él pasaría a su próximo objetivo.

Solo ese pensamiento hizo que mi corazón se rompiera, pero era más que obvio que era la verdad y tenía que aclarármelo yo misma. Tenía que ser lo suficientemente fuerte para superar la experiencia más hermosa que he tenido, porque quizás esto no significó lo mismo para él.

Solo espero que ahora que no le soy útil no me despida.

[•••]

Abrí lentamente la puerta de mi apartamento, Y entré sin hacer ruido para no molestar a Lucía. Le contaría lo que hice, pero necesitaba un tiempo a solas para calmarme.

Supongo que no tuve tanta suerte.

—Gracias por honrarme con tu presencia, princesa—

Sobresaltada, me giré para ver a Lucía en el sofá con una máscara de indiferencia en su rostro.

Pero yo sabía mejor que nadie, que no estaba nada calmada.

—Lo siento, quería llamarte, pero...—

—Guardátelo, Liliana—dijo levantándose y caminando hacia la cocina.

Cómo un cachorro perdido, la seguí. Mi corazón no soportaba que estuviera enojada conmigo. Casi nunca peleábamos y cuando lo hacíamos, él siempre era el que terminaba en problemas.

—Lucia, sé que me equivoqué. Sé que debí haberte llamado, pero por favor trata de entender que se me olvidó—

—¿Se te olvidó?—se giró hacia mí con una mirada tan oscura y aterradora que dio un paso atrás. —¿Eres consciente de todo lo que pasó por mi mente al no llamarme?—grito, haciendo que mis ojos se llenaran de lágrimas por la culpa. —Llame a Sandra y a Alice, pensando que tal vez estabas con ellas— suspiró profundamente. —Creí que él te había llevado— gaste, dándome cuenta de cuánto me había equivocado. Tomando varias respiraciones profundas, se acercó A donde yo estaba y me señaló con el dedo. —No vuelvas a hacer una mierda como está, Liliana. Porque preferiría morirme antes de perderte de nuevo— se giró hacia su dormitorio y cerró la puerta de un portazo, lo suficientemente fuerte como para hacer temblar las paredes.

Me quedé allí congelada, sin darme cuenta de que mi propia agonía había hecho sufrir a Lucía, mi única familia.

[•••]

Solo después de tomar una larga ducha y vivir una taza de café pude pensar con claridad. Mi teléfono, que estaba apagado, tenía docenas de llamadas de Lucía, Sandra y Alice. Pero la llamada perdida más sorprendente era de Alejandro, junto con un par de mensajes preguntándome dónde estaba y si estaba bien.

Sabía que tenía que hacer algo al respecto, pero la tarea más importante en este momento era ganar el perdón de Lucía. Me equivoqué y tenía que compensarla.

Fui directamente a la cocina y comencé a hacer su pasta favorita y un pastel de chocolate. No había manera de que no se derritiera con esto.

La única vez que estuvo tan feliz fue cuando casi mató a alguien por mí.

Me estremecí al pensar en eso y lo aparte de mi mente, no necesitaba más estrés en mi plato.

Después de una hora, cuando todo estuvo listo coloqué la comida perfectamente en la bandeja y camina hacia su puerta.

Tocando, di un paso atrás y esperé a que abriera. Tardo un rato, pero al final abrió la puerta, cuando lo hizo la culpa volvió a inundarme. Sus ojos estaban rojos y su cabello despeinado, pero parecía más calmada.

—Hice tu comida favorita— le dije tímidamente, empujando la bandeja hacia adelante. Su mirada bajó a la bandeja y trago visiblemente.

Le di una mirada suplicante.

—Lo siento tanto por haberte hecho preocupar de esa manera, por favor perdóname—dio un paso atrás dándome paso para poder entrar a su habitación y me apresuré a actuar, no quería que cambiara de opinión. Coloqué la bandeja en su mesita de noche me senté, mirándola, palmee el espacio a mi lado. —Ven, siéntate junto a mí por favor— le tomó un minuto de vacilación, pero finalmente lo hizo. —Estaba con Alejandro— dije con la cabeza baja completamente avergonzada de haber estado pasando la mejor noche de mi vida mientras ella estaba preocupada por mí. Sabía que ella me ayudaba a vivir mi vida, Pero eso era con Alejandro y ella sabía dónde estaría. Y ahora la situación era completamente diferente.

—¿Alejandro, tu jefe Alejandro?—había un tono de enojo en su voz que me hizo saber cuánto me había equivocado. No podía mirarla a los ojos, porque simplemente no quería ver su decepción.

—Si, sé que me equivoqué. No hay futuro, pero lo deseaba tanto, Lucía—finalmente la miré. Los ojos. —Lo hizo muy bien—

Nos miramos, comunicándonos con los ojos, sabiendo cuánto...

Nuestra conexión fue interrumpida por un golpe en la puerta principal...