El amor es el único sentimiento capaz de traspasar cualquier barrera o prejuicio impuesto por la sociedad, ya sea por diferencia de edad, religión, estatus o clase social, aunque a decir verdad muy pocos son los valientes que deciden dar ese paso de fe y confesarse ante esa persona que considera un imposible.
En esta historia el protagonista descubrirá que su amor no es tan inalcanzable como creía, ya que Lucia lo admira en secreto, porque sabe que a pesar de que Danilo es un soltero empedernido, un conquistador nato que le rehúsa al compromiso con ella es diferente.
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Capítulo N°1
Danilo estaba frente al gran ventanal del aeropuerto internacional de Londres, sus ojos estaban cristalizados pero nadie podía saber lo que estaba sintiendo ya que su mirada se refugiaba detrás de unos lentes oscuros y estaba apartado a una distancia prudente, solo con sus pensamientos.
Sus ojos permanecieron fijos mirando cómo las turbinas del gran ave de acero se encendían al unísono. Ambos motores fueron tomando la temperatura necesaria para que el avión comience a carretear a gran velocidad sobre el asfalto. Con precisión el avión levantó su trompa y se alejó de la pista para dar comienzo a un vuelo largo y placentero.
De repente su celular vibró en el fondo del bolsillo de su chaqueta y no dudó en responder, sin embargo del otro lado de la línea se oía una respiración errante y nada más. Danilo intentaba atender el llamado pero el ruido ensordecedor de los motores de algunos aviones que permanecen en la pista le impedía oír la llamada.
—Hola, hola, ¿me escuchas?... Hola—repitió hasta que del otro lado del celular solo se escuchó una palabra.
—¡Boom!—dijo Luca antes de comenzar a reír y cortar el llamado.
El avión se alejaba en el aire a gran velocidad, abriéndose paso en la noche estrellada cuando de repente, un gran estruendo llamó su atención, y quitándose los lentes vio como el firmamento era iluminado por una inmensa bola de fuego dejando impactados a todos los presentes y que gritaban con desesperación el nombre de algún ser querido. El avión se destruía en mil pedazos frente a sus ojos dejando una estela de humo mientras que lentamente descendía.
Derrotado y con lágrimas en los ojos cayó de rodillas mientras que de su mano se deslizaba el celular cayendo al piso y su corazón se comprimía ardiendo al igual que esa nave.
—¡Lucia!—intentó gritar, pero su nombre se quedó atascado en su garganta, le costaba respirar y cerraba sus ojos intentando que todo fuera una pesadilla. Su pequeña se había ido para siempre y de la peor manera.
—Vamos, debemos salir de aquí, toda la familia corre peligro —ordenó Dimitrio zamarreando a su amigo—. Vamos, levántate, tengo que llegar a casa con Loreta y los niños.
—No me importa, Lu no merecía morir así, no envuelta en llamas, sola y sin nadie que la abrazara, que la protegiera de ese infierno —dijo viendo como las ambulancias y los camiones de bomberos se acercaban deprisa a la zona del accidente con sus luces y sirenas encendidas.
Danilo tenía el rostro cubierto de lágrimas, su vista estaba nublada, no podía ver absolutamente nada. Por su cuerpo corría un escalofrío que no podía controlar, pero Dimitrio lo seguía zamarreando para que entrara en razón y salieran de ese lugar donde ellos eran blanco fácil.
De repente, abrió sus ojos, al sentir que lo abofeteaban. Estaba desorientado, se sentía agitado y podía sentir la transpiración gélida que emanaba cada poro de su piel recorriendo su cuerpo. Exaltado se incorporó en la cama y descubrió que todo había sido una pesadilla, uno más de sus sueños recurrentes que parecían tan reales y que lo atormentaban durante el día aún sabiendo que estaba despierto.
—Cariño, ¿Estás bien?
—Sí —respondió no muy convencido sentándose en el borde de la cama y limpiando las lágrimas de su rostro.
—Me asustaste, estabas gritando como un demente y por cierto ¿quién es Lucia? No dejabas de decir su nombre—preguntó Penélope mientras se arrodillaba detrás de él y acariciaba su espalda.
—¡Eso no es de tu incumbencia!
Danilo se puso de pie, salió de la cama sin darle explicaciones y se dirigió al baño. Una vez que cerró la puerta con seguro lavó su rostro con agua fría y cuando al fin controló su respiración se miró en el espejo y murmuró.
—Solo fue otra maldita pesadilla, otro sueño sin sentido, ella estará bien, ella es muy inteligente y podrá valerse por sí misma.
Con calma y respirando profundo, volvió a tener el control de su cuerpo pero la voz chillona detrás de la puerta lo irritaba
—Cariño, responde ¿quién esa mujer? Dani abre la puerta. Prometo no enfadarme si me dices la verdad.
Los golpes insistentes de su amante de turno sobre la puerta del baño le colmaron la paciencia así que gritó.
—¡Déjame en paz, no eres absolutamente nadie para exigir explicaciones!
—¡Soy tu novia!—respondió ofendida y cruzándose de brazos.
Danilo abrió la puerta al oír tal afirmación y con su voz ronca conteniendo la ira que brotaba en cada poro de su cuerpo se acercó a ella desafiante y le dijo.
—Vete de mi casa y no se te ocurra regresar y para que te quede en claro no eres mi novia, no eres nada, solo una mujerzuela que después de unos tragos se metió en mi cama.
—Pero yo pensé…
— No pienses, nadie te pidió que lo hagas, además dos noches juntos no significan nada para mí.
Ofendida la joven buscó su ropa que aún permanecía esparcida por toda la habitación mientras que maldecía haber estado con el dueño del casino donde ella apostaba seguido.
Danilo regresó al baño, cerró la puerta e ingresó a la ducha. Necesitaba calmar sus emociones y aclarar su mente. Desde que su pequeña le informó que se iba al extranjero a hacer una especialización sobre animales exóticos, él no dejaba de tener horribles pesadillas en donde siempre el resultado era el mismo, ella moría de la peor forma frente a sus ojos y él no podía hacer absolutamente nada, salvo lamentarse.
Su psicóloga le había interpretado cada uno de sus sueños como un síntoma de miedo, la doctora decía que tenía temor a perder a una persona que formaba parte de su vida, sin embargo él sabía que debía haber una razón más importante para esos sueños recurrentes.
El agua helada caía sobre su piel, haciendo que se tense cada músculo de su cuerpo. Debía tranquilizarse, volver a tener el control de su vida y actuar de la única forma que sabía. Le pondría seguridad, la mantendría vigilada y haría que nadie se acerque a ella, no dejaría que su vida corra peligro por nada en este mundo, antes prefería morir a tener que enterrar a su pequeña.
Ya tarde en el casino, Danilo estaba observando a los hombres apostar cuando de repente escuchó un grupo de jóvenes que gritaban alrededor de un reservado y reían sin control. Al acercarse vio que una joven bailaba sobre una mesa de manera sexi y con un vestido demasiado corto que apenas cubría su cuerpo.
Estático vio cómo la joven giraba su rostro y le sonreía a todos los jóvenes a su alrededor. De manera abrupta se quitó el saco, se acercó a la mesa y pese a las protestas recibidas por todos los presentes, cubrió el cuerpo de su pequeña.
— ¡Lucia ¿Qué demonios estás haciendo?! —grito mientras la alzaba como un costal de papas y la subía en sus hombros.
— ¡Bájame! Danilo, suéltame, es mi última noche en la ciudad y me estoy divirtiendo con mis amigos.
— Estás prácticamente desnuda, le diré a Loreta lo que estabas haciendo y ya verás jovencita no podrás salir otra vez de casa usando esos trapos —dijo llevándola al estacionamiento.
Lucia se cubrió el rostro, estaba muerta de vergüenza, jamás pensó que el energúmeno de Danilo se comportara así. Sus amigas la seguían de cerca y le gritaban al secuestrador que la liberara mientras que con sus teléfonos los filmaban de cerca para tener pruebas en su contra.
—No soy un secuestrador, par de víboras, soy su tío—les aclaró y las jóvenes se detuvieron en seco.
Una vez dentro del auto, Lucia se cruzó de brazos, lo miró desafiante y le gritó.
—¡No eres mi tío, no eres absolutamente nadie en mi vida, para hacer semejante escándalo y hacerme pasar por este papelón!
— Solo me aseguro que estés bien, mañana tienes un vuelo y estas no son horas para andar de fiesta, debes descansar —respondió de muy mal humor.
Danilo se aferró al volante y comenzó a conducir en silencio, que su pequeña le dijera que no era nadie en su vida le dolió más que cualquier herida de bala que haya recibido su cuerpo.
Gracias 😊 querida escritora @Lola Lu 🇦🇷 por actualizar 😌 sigamos apoyando con me gusta publicidad comentarios y regalos ☺️❤️