Bradley comenzó a moverse entre las delgadas sábanas blancas que lo cubrían, sus melena cobriza se encontraba en ligero desorden mientras él giraba su cabeza de un lado a otro estando inquieto y sudoroso, moviendo sus labios, produciendo murmullos apenas inaudibles y sin sentido.
De pronto la temperatura bajó drásticamente dentro de la habitación y un escalofrío se apoderó de él, sus pupilas se movían con
rapidez bajo sus párpados cerrados, como si estuvieran presenciando algo que no debía y que le ponía los pelos de punta.
La ventana sitauda a un extremo de su cama se abrió de golpe provocando un sordo crujido de cristales, pero ni siquiera eso logró sacarlo de su sueño, aunque su cuerpo se sobresaltó una vez más entre las sábanas.
La luz de la luna reflejaba una figura en el piso de la habitación, sentada en el marco de la ventana se encontraba la hermosa silueta de una mujer, vestida nada más que con una fina manta negra que contrastaba espléndidamente con el tono blanco de su piel, sus cabellos negros como la noche, largos y sedosos le caían sobre sus hombros y espalda, llegándole casi a la cintura, su mirada era triste, se veía ausente , sin brillo y carente de vida, era como si en lugar de ojos las cuencas fueran una llave al abismo, como si éstos fueran la ventana del alma, el alma que esa mujer maprecia tener oscura, lejana, de otro tiempo y espacio como si no perteneciese a ese sitio.
El ambiente de la habitación se hizo más pesado y frío cuando ella se puso de pie y muy despacio comenzó a acercarse a la cama donde el cuerpo de Bradley aún mantenía una lucha férrea por liberarse de la angustia y el dolor que el sueño había tejido en torno a él.
—Tranquilo… tranquilo… —susurró posando una mano en la frente perlada de sudor—. No te haré daño, no dejaré que nadie te haga daño nunca más… ahora estoy contigo una vez más y ya nada podrá separarnos, ni el tiempo ni el espacio de las eras proximas te alejaran de mí, te lo prometo amor
mío… aún si tengo que desatar toda la desgracia de este mundo lo haré
si con ello puedo tenerte a mi lado, lo haré… Eres mío, soy dueña de tu pasado, ahora también de tu futuro.
Su voz era hipnotizante y lentamente vio cómo él comenzaba por fin Bradley comenzaba a calmarse, dejó de luchar contra eso que lo estaba atormentando y se relajó completamente, su respiración retomó su normalidad, así como los latidos de su corazón, ella deslizó sus manos por el fuerte pecho que pertenecía a su esposo, acariciarlo le brindaba a su cuerpo una maravillosa sensación de calidez que la colmaba entera, la hacia sentir viva, cosa que hacía muchísimo tiempo había olvidado.
Angela se puso de rodillas junto a la cama y lo observó durante horas, recorriendo su rostro, cada rasgo en él era exactamente igual a lo que ella recordaba, la suavidad de sus labios, de sus párpados que guardaban los preciosos ojos que la enamoraron hacia mucho tiempo atrás, su prominente mandíbula, sus mejillas, sus pómulos, su barbilla, sus orejas.
Cada detalle fue sometido al más exhaustivo reconocimiento, mientras que él tan tranquilo como un niño, a ella le parecía parecía la más hermosa de las esfinges hecha en el mejor de los mármoles, como aquellas que mantenía consigo en cada lugar que visitaba; sin embargo, ninguna lograba alcanzar la perfección y la belleza que lo que sus manos
recorrían en ese momento tan cariñosamente.
Más de cincolargos siglos después volvía a llorar, lloraba de felicidad, de emoción, de un cumulo de sentimientos que la abrumaban por completo. Ese llanto no era como aquel que derramó la última vez que lo tuvo en sus brazos, cuando pudo admirar su hermoso rostro de esa manera, en ese instante él respiraba, el aliento que salía de sus labios la llenaba poco a poco de vida. Añoraba ese tiempo en el que había Sido completamente feliz, porque una vez que se separó de su amado todo se volvió insípido y gris. Estuvo tantos años perdida, saboreando su dolor, consumiéndose en él y dejando que el odio la inundase cada célula de su cuerpo, ése odio
que la mantuvo en pie durante todos esos años que había olvidado por completo los sentimientos que tanto bien le habían hecho.
De pronto sintió cómo una vez más corría dentro de su cuerpo, como la pólvora, la ira que desató la desgracia sobre sus enemigos, como por arte de magia sus recuerdos la llevaron atrás en el tiempo, lejos de ese lugar y del regocijo que acababa de vivir fugazmente, un viaje lleno de nostalgia estaba a punto de desatarse en su interior.
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